|| Dos ||

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Llevaban minutos de camino. Muchos minutos. Pero aún así sentía que algún Weasley iba a aparecer de repente y le iba a sacar a puñetazos del carro, aunque suponía que los gemelos, Bill y Charlie habían calmado un poco a la familia. Joder, hasta los primos se habían sumado a su persecución.

Maldita Ginny y su estúpida familia de conejos, ¿era tan sencillo tener sólo dos-tres hijos?

Jaló su cabello tratando de acomodarlo -internamente quería que también se acomodaran un poco sus pensamientos-, cosa que no funcionó y sólo sirvió para que el extraño lo mirara como si fuera una clase de animal enjaulado.

Unos minutos más y el extraño pareció entenderlo, pasándole una cantimplora que no tardó en comprender qué era. Tomando el ofrecimiento, dio un fuerte trago y sintió que el ardor en su garganta se llevaba un poco sus problemas.

Vaya, el alcohol sí suele ayudar en ocasiones.

Suspiró cuando se sintió lo suficiente seguro -o borracho- y se recostó un poco más en el auto. Una mirada al joven a su lado le hizo creer que realmente podía estar a salvo.

-Harry Potter -susurró poniendo su cabeza en el asiento y mirando al contrario, quien asintió y contestó:

-Tom Riddle.

El menor suspiró y puso el recipiente con el alcohol en la codera entre ellos.

-¿Te molesta si subo mis pies? -el joven, Tom, negó- y... ¿a dónde vamos? -volvió a cuestionar con tranquilidad, subiendo sus pies al asiento para poder abrazar sus piernas.

-¿A dónde quieres ir?

La pregunta fue seca, pero pareció tranquilizar aún más al ojiverde.

-No sé -contestó, recostando ahora su cabeza en su rodilla-. Ya no tengo a dónde ir.

Segundos en silencio.

No había tensión en el ambiente y Harry estaba totalmente agradecido con el desconocido por no hacer más incómoda la interacción.

-Si no te molesta, podemos ir a mi casa -susurró con inseguridad.

El azabache miró al mayor por unos segundos antes de sonreír y asentir.

-Cualquier lugar está bien -dijo con sinceridad-. Cualquier lugar que no sea con ella.

El murmullo fue lo suficiente bajo como para que no se oyera, pero, dada las circunstancias y el silencio a su alrededor, el ojiazul entendió con claridad lo que el chico había dicho.

Sólo asintió para que el chico no sintiera que lo ignoraba y, al mismo tiempo, manteniendo la distancia entre ellos. No quería parecer algún tipo de chismoso.

-Mi casa queda a unas horas de distancia -informó-, es una pequeña villa llamada Pequeño Hangleton.

-Vaya, sí debe ser pequeña si su nombre dice que es pequeño -comentó perdido en sus pensamientos, tal vez estaba demasiado cansado como para notar la estupidez que dijo, pero la ligera risa que llenó el lugar lo hizo sonreír.

Por más frío que pareciera Tom, su risa era cálida y su presencia lo reconfortaba, era algo inexplicable, pero agradable al mismo tiempo.

-Tal vez quieras dormir, te ves muy cansado.

-Sí, tal vez sea lo mejor -suspiró dramáticamente-, uno nunca huye de su desquiciada novia justo a unos minutos de que se casaran, ¿verdad? -preguntó al aire, sin notar la sonrisa del contrario- Es divertido si lo piensas.

-Oh, sí, muy divertido -comentó dejando que la sonrisa sea más notoria-, sobre todo la parte de ti corriendo como loco por todo el campo para salvarte de la bestia salvaje.

-¡Hey! -unas pequeñas carcajadas salieron de sí sin su permiso- Las bestias se sienten insultadas por tu comentario.

El viaje pasó entre broma y broma, dejando a un Harry maravillado por su bendición Potter y sus rachas de buena suerte.

Pero, sobre todo, agradecido con el desconocido que, por ahora, era en la única persona que podía confiar.

Grandes esperanzas.Where stories live. Discover now