|| Ocho ||

5.5K 844 31
                                    

Las olas danzaban con tranquilidad a metros de ellos, dándoles un espectáculo lleno de tranquilidad regalado por la madre naturaleza.

Harry nunca se había sentido tan cómodo.

En todos sus años de vida, siempre había vivido con ese toque de temor. Era algo a lo que se había acostumbrado, nunca estaba exento de que algo le pasara, desde una torcedura de pie -la cual hizo que Ginny se quejara con él por haber "arruinado su tiempo libre"- hasta un choque en auto causado por los vagancias de los gemelos. Pero estando en la playa, acostado en la arena con un Tom Riddle acariciando su cabello, hacía que todos los días pasado parecieran una muy lejana realidad. Casi como un sueño.

Suspiró sintiendo los labios de su amante recorrer su cuello con tranquilidad. Harry disfrutaba esa acción, como pequeños cariños que no hacían más que caer en lo seguro y tranquilo.

Recargó su espalda en Tom, o lo que podía, mientras que éste seguía con las caricias. Miró al cielo y sonrió. Sí, se sentía pleno. Completo. Todo gracias a ese estupendo hombre.

—¿No te gustaría ir a caminar? —las caricias de en su cabello de detuvieron, dejando que un bufido saliera de sus labios.

—Estoy cómodo aquí —contestó Harry, acurrucándose más, haciendo que las manos del mayor ahora abrazaran su cintura.

—Anda, que no voy a estar acariciando tu cabello todo el día. —un puchero por parte de Harry— Eres un mimado.

—Es tu culpa —susurró dando media vuelta sin romper el abrazo. Pasó sus brazos por el cuello del ojiazul, escondiendo su rostro en el hueco entre la barbilla y el pecho—, tú me hiciste así.

La risa brotó desde la caja toráxica de Tom, haciendo que Harry quisiera ronronear al escuchar esa melodiosa voz tan cerca de su oído.

—Mi chico mimado —murmuró el empresario dando un pequeño beso en la frente del menor—, pero sigo queriendo ir a dar un paseo, igual podemos pasar por el restaurante que te comenté...

—¿Y poder conocer a los Avery? —la pregunta sonaba más como una súplica, la cual sólo hizo reír aún más a Tom.

Le había comentado de la pequeña familia, quienes tenían un pequeño reinado de comida por lo lardo de Inglaterra, Escocia y hasta en Estados Unidos; Harry tenía un pequeño afán por conocer a sus amigos. De alguna rara forma, Tom sentía que Harry se estaba asegurando de que no estuviera solo. Que tuviera buena compañía.

Todo por si Harry le llegase a faltar en algún momento.

Como si Tom pudiera soportar una vida sin la pequeña persona que le ha cambiado la forma de ver las cosas.

En medio de refunfuños y bufidos, Harry y Tom se levantaron para comenzar a caminar hacia el restaurante, guardando un poco el desastre de mantas que habían colocado en la arena.

A uno metros de entrar al restaurante -realmente un gran y hermoso lugar, con una alcoba totalmente decorada para que la vista del mar fuera más maravillosa de lo que ya era- Harry se empezó a sentir observado. No sabía de dónde venía ese temor, suponía que, tal vez, estaban viendo a Tom en vez de él, ya que el mayor tenía un atractivo inigualable, más cuando se encontraba con la típica ropa de playa.

Suspiró. No era momento de paranoías, mucho menos cuando tenía a Tom tomando su mano.

Grandes esperanzas.Where stories live. Discover now