XI: Prejuicios y camiseta verde

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El último tiempo, dormir no era lo más placentero para mí, aunque mejoraba cada día de cierta forma. Aunque esa noche tuve sueños raros, pesadillas... si así podría llamarse, donde Ethan era una persona y Kat otra.

Desperté con dolor de cabeza, parecía tener una eterna resaca, y al revisar mi teléfono tenía dos mensajes, esperaba que no fueran de Kat.

"Gracias por llamarme hermano frente a tu amigo"

"Espero que tu nariz esté bien, x"

Era Mikey quien había enviado ambos mensajes muy tarde, como me quedé dormida, no los vi durante la noche. Sacudí mi cabeza sonriendo por el tierno mensaje y suspiré hondo pensando que ya se acababa el fin de semana.

Cada domingo mamá parecía preparar un banquete de desayuno, no me molestaba pero poco me acostumbraba a esta nueva vida donde comía bien y no porquería como cuando estudiaba en la universidad. Entré a la cocina, ella preparaba algo bastante concentrada, la saludé con un beso en la mejilla y revolví algunas cosas para comer algo.

— ¿Recuerdas mi primer año de universidad, cuando aún no me decidía que estudiar?

— Como no olvidarlo...

— Recuerdas que tenía un amigo, Max, pelirrojo, eso lo distinguía de los demás

— Como no olvidarlo — repitió nuevamente, se detuvo a mirarme mientras yo me sentaba en un banco de la cocina comiendo cereal desde la caja — Era este chico alto de pelo rojizo, con hoyuelos en sus mejillas, muy guapo para ser pelirrojo — se burló — también recuerdo otra cosa, que en tu primer año cuando recién te mudaste a los dormitorios de la universidad, estabas loca por él — chilló con una risita, lo que me hizo rodar mis ojos — Lo llevaste a casa para el día de acción de gracias, era muy extrovertido y simpático, terminó hablando con todos mis amigos — hizo una pausa mirando la nada — Me habría gustado más él que Ethan, pero bueno... creo que eso fue antes de Ethan

— Mamá... no es necesario que metas a Ethan aquí, ya tuve suficiente con Kat ayer, pero bueno, así como loca por él no — mentí — pero si éramos muy cercanos

— Seguro... — sonrió — ¿y a que viene ese comentario sobre él?

— Ayer cuando salí con Mikey y los demás, me encontré con él, está acá New Jersey, de hecho vive a unos minutos de Belleville

— Eso es genial, ¿Por qué no lo invitas a comer?

— Mamá ¿por qué haría eso?

— La pregunta es ¿Por qué no?

— Porque debería ser independiente, tener mi propio lugar y no estar viviendo con mi mamá y por favor no te ofendas — suspiré.

— Lola por favor, hay cosas que pasan y ésta es una de esas. Invítalo este miércoles, para mi cumpleaños, haré una cena en la noche, invitaré a todos los del conservatorio — sus palabras hicieron que pensara en una sola persona... Frank, él era su colega.

Me acerqué a ella para tomar algo que estaba junto a lo que cocinaba y me miró fijo.

— ¿Qué te pasó en la mano? Y ¡en la cara! — espantada examinó mi rostro. El día anterior apenas la había visto, de seguro no había notado lo que tenía en mi frente

— Tuve un accidente en la fiesta de Halloween, me caí y todo mi peso se fue directo a mi mano y bueno... — levanté mi puño mostrándolo — pasó esto — mentí descaradamente, aunque parte de la mentira era cierta —no es nada, quiero saber de tu cumpleaños — cambié el tema antes de que me interrogara como había sido la caída — recuerdo que cuando vivíamos en Brooklyn hacías grandes fiestas, no me digas que ¿ahora harás lo mismo?

𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆 𝐀𝐍𝐃 𝐃𝐎𝐎𝐌𝐄𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora