XXVI: De Belleville a Brooklyn

1.6K 215 31
                                    


El día sábado no estuve en casa, había pasado todo el día en casa de Frank, él estaba nervioso por esa noche, tanto que apenas había comido durante la cena, yo devoraba lo que él había preparado.

— Esto te quedó tan bueno, no puedo dejar de comer — sonriendo eché un palito de grissini a mi boca, que él había hecho pero que no probó ni una miga.

En el suelo estaba él  ordenando unos cables dentro de un estuche en un maletín que llevaría. No parecía escucharme, estaba concentrado en eso. — Fez llegará en media hora y no puedo encontrar mi pedal, no sé por qué siempre se me pierde — decía con el pedal dentro de un bolso que colgaba de su hombro izquierdo, no pude evitar soltar una carcajada, se veía tan adorable con esa expresión entre nervioso y molesto moviéndose por todos lados — Lola, no te rías — soltaba una sonrisa al reconocer su inquieto estado.

— Lo siento, pero ¿puedes hacer algo? toca tu hombro derecho — llevó su mano izquierda a su hombro derecho, tanteando el bolso — y ahora que sabes que llevas un bolso, revisa ahí adentro

Sonrió graciosamente al ver que el pedal se encontraba ahí — gracias — se acercó a mí y besó suavemente mis labios — no te estreses por esta noche —Yo no estaba estresada, él era quien estaba tan nervioso que no podía quedarse un segundo quieto — No me interesa si alguno de ellos cree o piensa algo de nosotros, sólo no repitamos lo del otro día, ya sabes lo de tu mano... — se levantó frente a mí con una expresión en su rostro que demostraba su descontento — no me gustó como se sintió eso... quiero decir cuando quitaste tu mano el otro día — mordía su labio nuevamente.

— Está bien, no tengo problemas, yo no quiero que te sientas incomodo — enfaticé esperando que entendiera que a mí no me molestaba demostrar lo que había entre nosotros.

Asintió y se abalanzó sobre mí, tirándome de espaldas a su sillón. Era casi imposible no pensar cuando tendríamos sexo, porque por lo pasional que era al besar, y aunque la mayoría del tiempo era así, mi pulso se estremeció al ver cómo lentamente se quitaba el sweater que llevaba puesteo, quedando en una camiseta de manga corta, como si la ropa fuese un impedimento para seguir besándonos.

A mí no me apuraba la idea de tener sexo con él, apenas habíamos declarado lo que sentíamos hace una semana, había pasado tanto tiempo desde la última vez que me acosté con alguien, por lo que pensar en un día más o uno menos, no haría mucha diferencia y por donde se dirigían sus manos, siempre era muy prudente, por lo que no me daba pistas si esperaba algo más que besarnos.

Su teléfono sonó, era Fez avisando que nos esperaba en su van, lo ayudé a acarrear un pequeño maletín hasta llegar al vehículo.

En una hora llegábamos al bar donde tocarían esa noche en Brooklyn, nuevamente ayudaba con el pequeño maletín, Frank iba cargadísimo de cosas al igual que los demás. El lugar era completamente diferente al de Belleville, tenía un escenario que por lo menos sobrepasaba la altura de un metro y medio, era amplio, y la iluminación moderna. 

Luego de unas horas donde se llevó a cabo la prueba de sonido, junto a una que otra conversación con quien organizaba el evento, entre risas y anécdotas de los amigos de Kay, el tiempo pasaba volando, y de un momento a otro, el lugar estaba lleno, pero ellos no tocarían hasta más tarde, y Frank se veía inquieto, nervioso.

Tomó de mi mano, y abriendo camino entre la multitud logramos salir a la entrada donde una larga línea de personas esperaba por entrar.

— Siento que voy a vomitar de los nervios — encendió un cigarrillo, dándole rápidas caladas.

𝐘𝐎𝐔𝐍𝐆 𝐀𝐍𝐃 𝐃𝐎𝐎𝐌𝐄𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora