uno

18.6K 613 62
                                    

—¡Lauren, por favor!

—Silencio, Camila.—Habló secamente. Estaba realmente enojada.—Aquí se hace lo que yo diga.

Lauren de inmediato fue por unas esposas y un vibrador. Éste era el castigo. Se acercó a la pequeña Camila, abrió sus piernas a la fuerza. Ésta de inmediato intentaba cerrar sus piernas, pero era inútil. Lauren es mucho más fuerte que ella.

—Obedece y mantén las putas piernas abiertas.

De nuevo, aquel cosquilleo que sentía cuando se estaba tocando. Recorrió todo su cuerpo. Lauren siendo tan ruda con ella le encantaba. Lentamente comenzó a abrir las piernas. Su mami podía mirar a la perfección el coño de su pequeña puta. Estaba mojado puesto a que había estado tocándose.

—¿Estuviste tocandote, Camila?—La menor se limitó a negar con la cabeza. Mientras tapaba su rostro con sus propias manos.—No me mientas.

—No lo hice.

—Camila. No tienes permiso de tocarte.—Tomó sus muñecas bruscamente y las esposó.— Créeme que podía escuchar lo puta que eres.

Aunque actuaba como si no quisiera el castigo. Realmente lo quería. Amaba esto con toda el alma, complacer a Lauren era lo único que quería. Desde que se conocieron ha sido así.

—Mami, yo no hice nada.

Lauren hizo caso omiso a sus palabras. Encendió el vibrador y lo colocó sobre el clítoris de su pequeña puta. Camila era bastante sensible, así que rápidamente comenzaba a retorcerse de placer, Lauren había puesto el vibrador en su último nivel.

—Mami aaahm... Jo-joder.

Su pequeño y delicado cuerpo temblaba. Si seguía así, iba a correrse muy rápido. Inconscientemente comenzó a moverse un poco contra el vibrador. Lauren no decía absolutamente nada, estaba absorta en las expresiones de placer de su conejita, la reacción de su pequeño cuerpo a este tipo de cosas. En serio amaba tenerla así, tener el control total sobre ella.

Cuando notó que su pequeña estaba apunto de llegar al orgasmo. Quitó el vibrador con una sonrisa pintada en los labios. Le quitó su orgasmo.

—Aaahm, Lauren.—Lloriqueó, Lauren realmente amaba oírla de ésta manera. Era música para sus oídos.

—Te he dicho que no tienes permiso de tocarte.—De nuevo puso el vibrador sobre el botón sensible de su pequeña. Ya estaba levemente hinchando.

La menor no pudo evitar gritar.

—¿Qué tanto quieres correrte?

—Much-mucho, mami.

El tono infantil en la voz de Camila estaba matando a Lauren. Volvió a quitar el vibrador del clítoris de su pequeña.

—¡Aggh, mami, por favor!

conejitaWhere stories live. Discover now