ocho

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—P-para.—Gimoteo una Camila adolorida.

—¿Qué te dije sobre romper las reglas, Camila?—Una vez más. Chocó su mano contra la nalga de su pequeña.

Camila estaba recostada abajo, sobre el regazo de Lauren. La mayor estaba dándole un castigo por provocarla de tal manera y aquel vídeo chat.

—Te dije que te detuvieras.—Con su mano, apretó la piel de su nalga. Sin piedad alguna. Había estado un rato nalgueandola, así que seguramente ardía un poco.

Ya estaba de un lindo color rojizo.

Claro que le dolía. Pero era una mezcla entre placer y dolor, la piel de su culo ardía por las nalgadas. Y eso hacía que su coño se mojara poco a poco. Queriendo algo más que solo nalgadas.

—Es que, a-ah.—Nalgada.— T-te ¡m-mh! extrañaba.—Nalgada.— Mucho.

—Igual no tenías permitido tocarte.—Camila cerró sus ojos haciendo un pequeño puchero.—Y eso es porque, solo yo puedo tocarte.

Lauren procedió a pasar su mano por el coño húmedo de su pequeña. Camila se sobresaltó un poco, su cuerpo tembló. Ansiando el toque de las manos de Lauren sobre su cuerpo.

—M-mami, tócame.

—¿Quieres que te toque?

Camila asintió muchas veces con la cabeza. 

—Eres tan puta que hasta te encanta tu castigo.— De nuevo, apretó con fuerza la carne de su culo.

Lauren acomodó a Camila, haciendo que quede sentada sobre su muslo. El coño húmedo y caliente de Camila estaba justo sobre la piel del muslo de su mami.

—Mm-m.

—Frotate y demuéstrame que tan puta eres.—De inmediato Camila comenzó a frotarse.—¿Tanto quieres que te toque?

—Sí, mami.

conejitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora