cinco

12.7K 484 83
                                    

La peculiar pareja se encontraba en el parque. Disfrutando de un helado. La mayor estaba un poco pensativa, ya que había un chico mirando a su pequeña. No dejaba de sonreírle a Camila y eso la estaba disgustando.

—Lauren, ¿te encuentras bien?—Preguntó con preocupación.

—¿Lo conoces?—Preguntó ignorando totalmente su pregunta. Señaló al chico que había estado mirándola desde hace veinte minutos. La menor se limitó a negar con la cabeza.— Camila, te juro que si me estás mintiendo te voy a...

—¿A qué? ¿Vas a follarme?—Preguntó con una sonrisa juguetona.

En realidad, no conocía de nada a aquel chico. Ni siquiera le parecía familiar, y es más, en ningún momento se habia detenido a mirarle.

—Camila, carajo, hablo en serio.

—Ya lo sé, no lo conozco, no te preocupes.—Respondió con un pequeño puchero para continuar comiendo su helado con desgana.

Lauren había estado siendo muy dura con ella y no sabía porque.

Estando sentada a su lado, en la banca. Decidió alejarse un poco. Su mami algunas veces se portaba mal.

—¿Qué haces, Camila?—Se acercó a ella con posesividad.— ¿Acaso estás molesta?

—Uhm... Quizás un poco.

—No tienes derecho a enojarte. Soy yo la que debe estar enojada, no me gusta que otros chicos o chicas te miren. Porque eres mía, eres mi puta, y todos deben saberlo.

—Lauren...—Camila hizo un pequeño puchero. Sentía un nudo en su estómago y su garganta.—A veces solo quiero ser tu novia.

Eso dejó pensativa a la mayor. Su relación se consumó desde que Camila tenía 18 años. Pero siempre fue una relación un poco BDSM.

—Camila. Lo eres, pero también eres mi conejita.—Habló en un tono más suave.— Y me gustaría que todo el mundo, supiera que eres mi conejita.

—Pueden darse cuenta, Lauren.— La menor señaló los chupetones que traía en el cuello. Eran bastante visibles.

Lauren sentía que había estado siendo una imbécil con su bebé y debía repararlo.

—Soy tuya, no tienes que preocuparte por los demás.—Habló una Camila con una sonrisa dulce.

—Tienes razón.

Lauren se acercó y dejó un tierno beso sobre su mejilla.

—Eres una imbécil, Lauren. Pero eres muy buena follando.

conejitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora