Capitulo 3

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Mientas pasaba el tiempo yo descubría lo que mis alters o, mejor dicho, el SISTEMA sabían hacer, sus diferentes características.

Hera es intolerante a la lactosa, lo que significa que cuando ella tomaba el control no podía ingerir nada como leche porque se ponía mal, aunque en mi historia clínica no figurara que yo padeciera intolerancia.

Arion es un perfecto jugador de básquetbol, puede encestar de espalda y más hábil que cualquier persona que haya conocido antes.

Yo solo soy buena dibujando. Ahí fue cuando decidí plasmar sus rostros.

Pero antes de ese paso faltaba uno más importante, el saber por qué y en qué momento exacto de mi vida habían aparecido mis alters, saber el por qué es a lo que le temía, conocer el trauma que al parecer yo, la Anfitriona había olvidado por completo dándole vida a este Sistema.

¿Acaso alguien está preparado para escuchar lo que debe ser lo más terrible y feo que de alguna razón no recuerda?

Evite mucho tiempo esa sesión, donde le dábamos "nacimiento" a mi Sistema de Alters, pero al final ellos fueron quienes me ayudaron a intentar superar o mejor dicho a sobrevivir con mi pasado.

Lo mejor es que esto se relate en orden, en una línea de tiempo, ya que cuando recordé estos eventos no fue de forma "ordenada" fue un vomito de recuerdos, sensaciones, emociones e imágenes que me bombardearon.

Es tan difícil para mí hablar de esto, que serán Hera y Anker quienes lo relaten para ustedes, yo pasare al simbólico baúl de auto, donde me apago por un rato.

¿Comenzamos?

Narra Anker:

Me gusta llamarla "la niña" por qué yo nací cuando ella tenía 5 años, la primera vez que aparecí fue mientras el padrastro de turno de su madre la golpeaba brutalmente contra el lavamanos del baño, la niña y su hermana dos años mayor estaban horrorizadas ante tal escena, la sangre de su madre había cubierto su rubio cabello, hacia ver esa tintura aún más falsa, los insultos descalificantés y el vocabulario vulgar de este sujeto solo reflejaban la clase de persona que es.

Se suponía que la niña y su hermana debían estar acostadas durmiendo y generándole preocupaciones a tu madre, ella se estresaba por todo.

Esa noche jamás se borrará, porque fue ahí cuando lo peor comenzó.

A la niña le gustaba entrar a media noche a la habitación de mamá, le tenía miedo a los gritos que había escuchado horas antes y quedaban repitiéndose en su cabeza una y otra vez como un disco al que nadie le pone pausa, esa noche fue testigo de cómo este despreciable ser abusaba sexualmente de su mama, parecía disfrutarlo mientras de reojo miraba la televisión.

La luz de la pantalla iluminaba la cara la madre contra un lado de la cama, se quedó fija mirando a su niña, ambas viéndose con la mirada perdida.

La pequeña no podía saber que estaba pasando, pero su cerebro si lo capto, yo lo capte.

Volvió a la habitación y no dijo nada, en lugar de eso, se acostó junto a su hermana y la abrazo.

Los días no siguieron mejor, empeoraron.

Una noche que el entro al cuarto mientas la niña dibujaba, no dijo nada, solo el tomo de la mano y la llevo a ver el mismo acto de la noche pasada, repitiendo las palabras: "las mujeres como tu madre nacieron para vivir en esa posición".

Narra Hera:

Odio decir nombres, no me gusta que sepan mi nombre, yo le digo "ella".

Aparecí después de varias semanas de abuso sexual constante para con ella y su hermana.

Cuando aparecí fue la primera noche que el hijo mayor de 17 años del sujeto abuso de ella y su hermana, aparecí como una canción, le cantaba para que no escuchara los gemidos de placer de alguien que tenía edad suficiente para pagar por sexo, pero en cambio estaba satisfaciéndose con una niña que aun creía que su padre iba a volver y la iba a rescatar de este tormento.

A veces las obligaba a tomar cerveza. Las golpeaba para que se callaran y no se quejaran, sino la consecuencia seria que su madre las encontraría hechos pedacitos en la bañera.

Una de las alertas que "mama" recibió y decidió mirar para otro lado fue cuando la maestra la llamo preocupada porque ella (recuerden que no me gusta decir su nombre) se había quitado el uniforme escolar y la ropa interior y comenzó a masturbarse en la parte de atrás del salón de clases. Cuando la madre entro a la escuela la pequeña comenzó a llorar desesperadamente, pues entendió el por qué estaba su madre ahí, entendió que su comportamiento requeriría una charla en casa, donde estaba este joven, y que ella debería explicarlo enfrente de el también, lo que significaba la terrible consecuencia de haber abierto la boca.

Pero se equivocó, la madre asintió con la cabeza a todo lo que se le dijo y regresaron a casa como si nada hubiera pasado. Al contrario de ella, su hermana no manifestaba nada, no decía nada. La considerábamos la más valiente.

Durante "las noches oscuras" como se me acaba de ocurrir nombrarlas, acostadas en la cama, con piernas cruzadas y tapadas hasta el pecho, solo esperaban que por esa puerta llena de flores y mariposas entrara el sujeto que les había arrebatado toda la inocencia. A veces la hermana se ofrecía a ser la primera, le decía "yo puedo tomar tu lugar si quieres, escóndete en el baúl de juguetes que vacíe, es de tu tamaño, podrás estar ahí un rato".

Cuando ella se escondía ahí podía escuchar su corazón latir y rebotando por las paredes de ese pequeño baúl, pero el ruido de su corazón no era más fuerte que el ruido de las lágrimas de su hermana, de su salvadora, quien solo podía otorgarle un segundo puesto, pero no librarla de esa pesadilla.

A veces pasaban horas, o al menos eso parecía, yo le cantaba para evitar que escuchara las cosas horribles que pasaban afuera de ese sagrado baúl. A veces se quedaba dormida y su hermana esforzando una sonrisa le habría la tapa e intentando hacerse la fuerte le decía "¿vamos a dormir? Acuéstate conmigo hoy".

INSIDE OUTWhere stories live. Discover now