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Escape

Un mes después del suceso.

Estando en la habitación de mi hermano Asher a compañía de él, escuchamos el sonido de la eclosión de una bala y, junto con ello los últimos suspiros de Murries y Delia.

Deducimos que el sonido del arma disparada fue un atentado hacia los señores Hanson, nuestros padres adoptivos; ya que al momento de aquél fuerte sonido unos gritos ahogados fueron percibidos, muy parecido a las voces de mis padres.

Comencé a alterarme, mi mente se quedaba en incógnita causando que mi cuerpo no tolerara el desenfreno.

¿Nuestros padres ya no seguían con vida?

¿Qué acababa de suceder?

¿Acaso se dieron cuenta de lo que hicimos?

¿Aquellas personas venían por todos nosotros?

Dichas preguntas se reproducían en mi cabeza a milésimas de segundos, mi hermano y yo nos vimos mutuamente con los ojos abiertos de par en par, completamente perplejos. Me pasé corriendo velozmente a la cama de Asher, el miedo me golpeó a tal magnitud que no podía mover ni la más mínima articulación (aunque si de correr se tratase mis articulaciones no darían problema alguno).

La pupila de Asher estaba dilatada a tal grado de creer que consumió una gran cantidad de éxtasis antes de dormir, supe en ese preciso instante que el miedo lo consumía al igual que yo, pero él no lo demostraba, él encaraba una expresión de valentía, una expresión que me decía: estoy a tu lado, no hay de qué preocuparse mientras estés a mi lado.

Aunque sentía que no era suficiente ya que el terror se apoderaba de mí carcomiéndome en todas las facetas. No les voy a mentir, sí, sí estábamos asustados... y aunque no sabíamos lo que sucedía en aquel instante, tenía en claro una cosa: nuestras vidas corrían un gran peligro.

Hicimos silencio agudo para intentar oír con claridad todo pequeño repiqueteo, pisada o hasta la más suave y cautelosa respiración que se encontrara rondando por los pasillos, y así estar alertas mientras alguno de los dos pensaba en algo inteligente rápidamente.

Se abrió la puerta de una recámara, y se volvió a cerrar; uno que otro paso se impactó contra la madera pulida del corredor, fueron consecutivos y cautelosos, pero no se escuchaban exagerados ni de gran cantidad; parecían ser de una persona.

Ésta entidad caminaba por los pasillos de la mansión sin dudas ni tropiezos, escuchamos atentos a la forma en la que dicha masa giró la manilla de otra puerta que al parecer era la que seguía luego de la de mis padres adoptivos.

¿Cómo pudo violar el sistema de seguridad una sola persona? Si para desactivar las alarmas se necesitaban varias figuras masculinas ágiles trabajando en conjunto, sin equivocaciones.

¿Muy fácil no?

Entonces no podía ser solamente un sujeto; debían haber más, muchos más.
Nos dimos cuenta que decidió dirigirse directamente hacia nuestra estancia ya que daba pisadas sin inseguridad hacia la octava recámara, sin ninguna duda o distracción.

¿Acaso era alguno de mis padres o verdaderamente estábamos en peligro?

fue lo que pensé por un instante ya que para ése entonces quien estuviera afuera, venía hacia nosotros probablemente.

Iba a gritar, iba a pronunciar sus nombres, pero al entre abrir la boca una mano me selló los labios con fuerza, era la mano de Asher; lo miré fijamente, aún junto a él sobre su cama. Su cálida respiración golpeaba mi rostro con fragilidad, luego acomodó su mano para que su dedo índice quedara entre la comisura de mis labios, ordenándome que guardara silencio.

Acendrada Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora