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¿Dónde carajos está la explicación?

Abrí mis ojos como si un fantasma estuviera succionando mi alma, tomaba mucho aire y así mismo lo botaba, en cuánto me vi bañada en sudor y con las uñas clavadas en una sábana blanca mi pecho se impulsaba y se retraía aceleradamente; sentí cómo mi rostro se llenó de una luz blanca por el rayo tan potente que había destellado el cielo en gran manera, traspasando así con aquella intensidad las gruesas cortinas que cubrían el ventanal del cuarto y así poder deslumbrar todo a su paso.

Mi cerebro concluyó en que el miedo era lo único que debía manifestarse aquella noche trágica al igual que la confusión. Luego de esa conclusión no estaba enterada de lo que sucedía, me encontraba mirando a todas partes con perplejidad y horror, como si aún tuviese que defenderme de cualquier ente siniestro; lo más extraño era que no había absolutamente nadie haciéndome compañía, solo yo y una impactante confusión se encontraban dentro de las paredes que deduje era la habitación de Asher.

Una de las venas de mi frente titilaba, no podía pensar con claridad puesto que algunas gotas de lluvia golpeaban consecutivamente el ventanal de la habitación. Tras unos segundos transcurridos en los cuales las gotas se intensificaron en un melódico repiqueteo, aparté mi rostro casi al tiempo en que una gota de agua se coló por la gotera situada justo en el lugar donde descansaba mi cabeza: mi almohada.

Sentí un alivio al escuchar que mis padres discutían como comúnmente era, eso solo podía significar una cosa...

Los gritos cada vez fueron menos escandalosos ya que la lluvia neutralizaba el sonido de sus reclamos... siendo ella ahora la protagonista, la causante de mi paz. Sí, era solo en esos momentos en los que encontraba paz, cuando no le prestaba ni la más mínima atención a sus pleitos.

Mi sistema, automáticamente, se sincronizó con la situación.

¿Por qué mi vida debía ser tan catastrófica?

¿por qué simplemente no dejaba de existir así, sin más?

¿La vida no era lo suficientemente benévola como para quitarme el don de respirar en el momento más oportuno?

¿Cómo podía hacer...?

Si la tormenta era parte de mí.

La última sensación que sobraba en mi mente era el dolor, dolor en mi cuero cabelludo, en mis costillas... pero ahora no podía entender cómo ya no me dolía el cuerpo.

El último lugar en el que estuve y que recordaba, era cerca de la piscina, con los vecinos celebrando... ¿mi cumpleaños?

Al estar acostada en la cama de Asher viendo todo con tanto miedo, me di cuenta de que nada estaba concordando, todo se encontraba en su respectivo lugar: las repisas, los estantes, las cómodas, el sofá de cuero negro, la lámpara de noche, todo estaba perfectamente organizado, pulcro y culto como estuvo todo el tiempo, sin... sangre.

El pánico más la confusión me obligaron a levantarme del colchón velozmente. Necesitaba verme, necesitaba entender por qué carajos no estaba en un hospital recibiendo ayuda médica. Encendí la luz como una completa lunática, escandalizada, y entonces, al verme... entré en shock.

Dediqué una mirada llena de horror a mi pálida y helada piel, tenía los poros abiertos pero no tenía ningún rasguño, no había moretones ni siquiera una pequeña cortada. El cabello me causó escalofríos puesto que caiga por mi espalda como una catarata de color naranja, revisé mi cabeza y todas las hebras de mi cabello estaban intactas, el mechón de cabello que el supuesto asesino me había arrancado al caer de las escaleras aún existía en mí. Sí, para ser sincera las costillas no me dolían; mi rostro se mantenía como siempre: una nariz fina y pecosa no había cambiado desde la niñez, me seguía atormentando el hecho de ser pelirroja ya que me veía como un cerillo encendido.

Acendrada Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora