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Murries 

Este capítulo va dedicado a todas aquellas personas que siempre dejan lindos comentarios en la histora. Los amo mucho.
 

—Tomoe, tu tío Elton fue quién propuso la idea del espectáculo sangriento días previos a tu cumpleaños, fingir una masacre pareció una idea genuina y atractiva para cualquiera, los Hanson no pudieron resistirse a montar una escena trágica para dar comienzo a tu celebración —dijo enseriado mirando la carretera mientras conducía, dejé que hablara y me concentré en el movimiento de sus labios.

¡¿Por qué carajos el tío Elton pensó que un teatro de esa magnitud podría ser divertido?!

No dije nada pero se podía ver mi cara de impacto y mi temor a leguas, solo dejé que siguiera hablando a ver si me bajaba de la luna con sus palabras.

—Cuando tu tío Elton te sacó al jardín trasero todos esperábamos verte calmada pasando el susto. Creímos que después de que Elton Hanson le disparara a Asher con una bala de pintura roja en el pecho y él dramatizara su muerte, revelaría su identidad como nos había explicado Murries... pero no fue así —su mandíbula se tensó— Lo que presenciamos al final de la actuación fue a ti, golpeada y ensangrentada sobre el suelo, viendo a todos con tanto pavor y miedo, te veías terrible —se escuchó afectado por un momento, paramos frente a la luz roja de un semáforo—. Cuando te desmayaste todo se puso muy extraño, la multitud se quedó en silencio viéndote fijamente; no hicieron absolutamente nada, no movieron ni un dedo, yo quería correr a ayudarte pero mis padres me sostuvieron entre los dos y taparon mi boca para que no hablara —me miró en espera de la luz verde, sus ojos negros cayeron sobre mí frágiles, como si estuviera avergonzado. Mi corazón latía fuerte y solo podía escuchar atentamente—, pude hacer más pero sentí que debía obedecerlos. Asher te cargó rápidamente y te montó en su auto para salvarte la vida, probablemente te llevó al hospital más cercano por tu estado crítico; luego cada uno de los invitados se deshicieron de todo, las mesas, el sonido, la comida; todo, en un instante el lugar quedó vacío y silencioso, fue extremadamente aterrador como ninguno se preocupó en decir ni una palabra. A los 10 minutos nos retiramos, cuando llegamos a casa quise reclamarle a mis padres pero ellos me amenazaron, dijeron que si intentaba comunicarme contigo me mandarían lejos, me despojarían de cualquier propiedad y perdería el privilegio del apellido Lombardi —dejó de mirarme y arrancó en cuanto la luz del semáforo pasó a verde, me dolían cada una de sus palabras, se escuchó tanta seriedad en cada una de ellas que era difícil no creer en él—. Pero te contacté y no me importó si me descubrían en el intento, necesitaba saber si aún vivías —me conmovió lo que dijo, coloqué mi mano sobre su pierna mientras lo veía con los ojos humedecidos— lo más extraño de todo es que eso sucedió hace tres días... no me explico como has sanado tan rápido —me dio una mirada rápida.

Era cierto, si habían pasado tres días desde entonces, ¿cómo mis heridas habían desaparecido en poco tiempo?

Algo así no tenía explicación.

—No lo sé... —trago grueso, el cinturón de seguridad aplacaba nuestros cuerpos contra los asientos para nuestra protección, mi camisa se arrugaba por lo apretado del cinturón— aún estoy intentando digerir todo lo que me contaste —miro al frente, varios autos pasaban a los costados a toda velocidad, el aire acondicionado más lo que Elías me había confesado hicieron erizar mi piel—. Aún no puedo creer que Murries y Delia me hayan hecho algo así, pude haber muerto y no les importó en lo absoluto.

Lo que aún hacía eco en mi cabeza era que Asher había participado en todo, él sabía lo que pasaba y no lo detuvo ¿En qué estaba pensando al aceptar algo tan enfermizo?

Acendrada Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora