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Si te dijera que verdaderamente no estoy loca... ¿me creerías?

Tsuumm... tsuumm...

Mi celular vibraba.

Tsuumm... tsuumm...

Rezongué inmediatamente, mi teléfono móvil generaba una turbulencia que manipulaba los objetos más livianos puestos sobre la cómoda de madera, yendo al compás de un solo movimiento.

Esbozando un gran bostezo tomé el celular para dedicar mi mirada a la pantalla del móvil y ver de quién se trataba. Con un ojo abierto y otro cerrado ha de aclarar.

La llamada era de Elías, el chico del invernadero de al lado. Elías y yo eramos muy unidos hace varias semanas, hicimos contacto desde mi llegada al vecindario, lamentablemente nuestra amistad cesó por motivos necesarios...

—¿Elías? —contesté sonando extrañadamente somnolienta, con los ojos entre abiertos.

La alcoba se sumía en total oscuridad, las gruesas cortinas que cubrían el ventanal descartaban cualquier mínimo destello de luz débil. Que buena sorpresa la que me llevo esta mañana, no dormí casi nada y lo último que quería era hablar con Elías, por mi seguridad y la de todos.

¿Qué tan temprano era?

—Tomoe, ¿estás sola? —me preguntó en un tono muy bajo, como en susurros, su voz era ronca pero acogedora.

—Ahm... —abrí un poco los ojos, levanté la cabeza para ver si Asher aún seguía durmiendo pero no lo vi por allí cerca— Supongo, no veo a Asher por ningún lado —me sentí algo dudosa— ¿Pasa algo? —añadí, estrujé mis ojos con dos de mis dedos para despejar la vista.

—¿Te encuentras bien? He estado muy preocupado por ti pero ahora es que tengo tiempo de llamarte —susurró, se escuchó pensativo, como si no quisiera que lo escucharan.

—Sí estoy bien, ¿por qué estarías preocupado por mí? Elías, ve al grano, sabes que no podemos tener ningún tipo de comunicación.

—Sé que no podemos hablar pero quería asegurarme de que estuvieras estable ¿En qué centro de atención te encuentras?

—¿Ah? —me acomodé entre las sabanas, quedé sentada con el cabello regado por todos lados— Elías, estoy en mi casa, estaba durmiendo; tuve una pequeña discusión con mis padres por la madrugada y la verdad no estoy de humor en éstos momentos —le comenté ésta vez con la voz más clara.

Pasaron varios segundos en los que Elías se quedó en pleno silencio, como si desconfiara de lo que le decía.

—¿Estás allí? —añadí porque ya no lo escuchaba— Elías, ¿por qué estaría en un centro de atención? —Por un momento pensé que me estaba jugando una broma— ¿Estás fumando hierva de nuevo?

—Tomoe, hablo en serio... —ésta vez alzó un poco más la voz, sin embargo aún se escuchaba dudoso de sí mismo— hace tres días le llegó una invitación a mi familia para asistir a tu fiesta de cumpleaños... pero tus padres... —la señal comenzó a presentar fallas.

—Espera un momento... —mi corazón comenzó a bombear muy fuerte, allí estaba de nuevo, ese presentimiento mientras bajaba la barra de notificaciones de mi teléfono para ver la fecha— estás equivicado, hoy es dieciséis de Julio, faltan tres días para mi cumpleaños —mencioné luego de ver la fecha y hora actual— ¿Seguro que no te metiste algo?

Acendrada Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora