Capítulo XI 'Valiente y libre'

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Se separaron únicamente por la falta de aire dentro de sus pulmones, aunque, para ellas en ese momento el único oxígeno que necesitaban estaba en los labios de la otra. Se quedaron con las frentes unidas y ninguna quiso abrir los ojos o decir algo. Irene tenía miedo de que aquello solo hubiese sido su imaginación, con la que ya había tenido que lidiar cuando las noches en Madrid se le volvían eternas y no podía conciliar el sueño. Inés, por su parte, estaba aterrada, sentía el pánico recorriendo sus venas y su corazón bombeando a mil por hora, no quería encontrarse con la negativa de Irene. La mayor comenzó a temblar casi imperceptiblemente pero Irene se dio cuenta, ya que la tenía sujeta suavemente por la cintura. Al sentirlo ambas comenzaron a abrir los ojos lentamente, asegurándose de que la otra no desaparecía de su vista o se apartaba bruscamente. Irene decidió romper el silencio ante el resquicio de miedo dibujado en el rostro de la castaña.

-Eso ha estado bien- admitió en un susurro más para ella misma que para Inés

En ese momento Inés pareció reaccionar y se enderezó como si fuera un resorte.

-Lo siento- dijo bajito, separándose un poco del cuerpo de la morena- no debí haber hecho eso

-Inés, ¿qué estas diciendo? Me ha gustado que lo hicieses- le respondió Irene con tono preocupado al ver los gestos que estaba haciendo la mayor

-Es que, yo no se si tú...-titubeó Inés

-Eh, pequeña, mírame- le dijo cogiendo suavemente su mentón y haciendo que se girase de nuevo para mirarla de frente- que no sabes si yo

-Pues si tú tienes pareja en Madrid o si...- pero no pudo continuar porque una carcajada de Irene la interrumpió, haciendo que se destensase al instante y uniéndose a la risa de Irene

-Inés- dijo la morena en un tono más serio cuando ya paró de reírse- no tengo pareja en Madrid y- continuó con cautela- aunque la hubiese tenido, no se me hubiera ocurrido rechazar el beso que llevo esperando toda la vida

No dijeron nada más, volvieron a acercarse despacio, el tiempo se detuvo, nada a su alrededor importaba más que la otra. Una vez más unieron sus labios, lentos, iban descubriendo cómo encajaban a la perfección, como la última pieza que completa un puzle. Ellas estaban llenas de piezas. Algunas más desgastadas que otras, por el paso del tiempo, por el dolor que habían soportado en sus vidas, pero ahora estaba esa pieza que lo completaba todo, la una para la otra. Ahora sí estaba el puzle completo, con sus piezas rotas y con las que podían ser reparadas.

***

Inés fue la primera en despertarse, había puesto una alarma en su teléfono para llegar a tiempo al trabajo. Salió de la cama intentando hacer el menor ruido posible y se dirigió al baño para poder ponerse la ropa. Quería evitar tener que abrir la maleta para no tardar mucho así que se puso lo que llevaba el día anterior y dobló el pijama que Irene le había prestado esa noche. Cuando salió del baño ya lista para irse vio como Irene se removía un poco en la cama buscando algo. Decidió acercarse y sentarse al borde para acariciar con delicadeza la cara de la morena. Esta fue despertando poco a poco y finalmente abrió los ojos y ensanchó una sonrisa que derritió por dentro a Inés.

-Buenos días, princesa

-Inés, sabes que soy muy poco monárquica- dijo Irene escondiéndose entre las sábanas

La castaña no pudo evitar reírse ante tal comentario. Conocía bien a Irene y precisamente fue por ello por lo que la había llamado así. Como vio que Irene no pensaba volver a salir de debajo de las sábanas probó de nuevo.

-Bueno, pues pensaba dejarte preparado el desayuno antes de irme a trabajar para agradecerte el haberme dejado quedarme a dormir anoche, pero si no vas a salir de la cama en mucho rato mejor no, que se enfría

Entonces Irene se giró y abrió mucho los ojos poniendo toda su atención en Inés.

-No tendrías pensado, por casualidad, hacerme tus famosas tortitas- dijo comenzando a sentarse en la cama y sacando ya medio cuerpo fuera

-Pues sí, la verdad- admitió Inés

-Dime que todavía tienes tiempo y que las desayunamos juntas, por favooooor- pidió Irene con tono infantil

-Está bien, está bien, vamos

***

Luca estaba terminando de sacar las sillas que iban en la terraza de la posada cuando vio acercarse a Xavi con cara de pocos amigos. A medida que estaba más cerca pudo también notar que no estaba en sus plenas facultades y parecía no haber ni dormido. Sacando la ultima de las sillas Xavi llegó a la puerta de la posada y se apoyó en la pared de piedra mientras llamaba a gritos a Luca.

-Xavi, ¿puedes bajar la voz? Ya te he visto llegar no hace falta que grites- dijo el muchacho

-Escúchame, no vengo buscándote a ti, sino a Inés, dile que salga- al ver que el joven parecía no reaccionar volvió a gritar- ¡ahora!

-A ver, a ver- trató de calmar Luca al hombre sin mucho éxito- Inés no está aquí así que será mejor que se vaya y no me siga espantando a los clientes

-¿Cómo que no está aquí?- preguntó sorprendido

-Como lo oye, así que si es tan amable, váyase, por favor- pidió Luca de la forma más amable que pudo pues ya comenzaba a perder la paciencia

Unos segundos después Xavi, viendo que no tendría éxito buscándola en la posada, puso rumbo de nuevo hacia casa.

***

Tras haber terminado de desayunar entre risas y algún que otro beso robado, Inés puso finalmente rumbo hasta su trabajo. Llevaba consigo las maletas con todas las cosas y aún así se sentía más ligera que nunca. Por fin había reunido el valor suficiente para dejar a Xavi y para abrir su corazón a Irene. Estaba alegre, pero eso no le bastaba para ser feliz. La noche anterior, tras estar un buen rato entre besos y caricias pasionales, no se había sentido preparada para ir a más con Irene. Ella la había respetado y en ningún momento le exigió ir más allá, así que simplemente decidieron irse a dormir juntas y continuar con sus mimos en la habitación.

Se sentía abrumada por sus propios pensamientos así que comenzó un ejercicio que le enseñó su psicóloga unos años atrás cuando iba a consulta. Se paró en un banquito que daba a un parque, a esas horas desierto. Sacó la libreta que siempre llevaba consigo y su bolígrafo y comenzó a anotar. Dividió en dos la hoja en una parte puso "lo abierto" y en la otra "lo cerrado". Durante unos minutos se permitió pensar en todos los frentes que tenía aún abiertos y en los que tenía cerrados. Los cerrados eran aquellos a los que ya no tendría que hacerles caso más y los abiertos eran los que después irían al apartado de "posible soluciones".

Acabó su tarea y volvió a ponerse en marcha, pues ya había perdido la mayor parte de la mañana.

Sé que es cortito pero ansiaba volver a escribir y bueno espero que os haya gustado. Dejadme comentarios o también podéis decirme por Twitter @TelitaLaCosa_ qué os ha parecido, sugerencias o cualquier cosilla.

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⏰ Letzte Aktualisierung: Jan 08, 2020 ⏰

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