༄Hace años y años en aquellos tiempos donde la realeza era el alma de un pueblo, se encontraba un hermoso y resplandeciente príncipe que estaba a punto de ser sacrificado para ser entregado a su verdadero creador, el señor sol.
「 ¡Bienvenido al apar...
Los toques de sus labios se sintieron tibios, con un leve sabor a cigarrillo y cerveza. Solo lo había visto un minuto y ya se estaban encaminando a la danza de una pasión desenfrenada. Sus dedos buscaron sin compasión hundirse en la suave piel del otro, de marcar la noche y mantener firme el agarre para no desvanecerse. Sus partes bajas comenzaron a hacer fricción formando una llama de fuego que comenzaba a encenderse dentro de ellos.
Los labios se movieron al compás de la música y luego desaparecieron entre la noche para buscar refugio en un auto, con las luces apagadas y el obsceno sonido de sus bocas comiéndose.
Hoseok se había sentado en el regazo del hombre, mientras su cabello era jalado hacía atrás con fuerza, perdiendo la compostura.
En un momento, sus prendas desaparecieron, el hombre sacó un condón de la guantera y vistió su pene erecto mientras besaba al chico, consumido por un deseo sexual que le estaba quemando entero. Entonces, entre ese deseo, Hoseok le besó sin ninguna compasión mientras se dejaba caer sobre ese falo erguido que le comenzaba a volver loco, sintiéndolo en su interior entrar tan profundamente que le hizo alejarse para darse un momento.
El hombre lo entendió, pasando sus dedos por la tersa piel que adornaba el hermoso ser frente a él, viendo cómo el sudor le hacía brillar bajo la luz de la luna. Y cuando Hoseok estuvo listo, comenzaron a jadear, acompañándose del sonido de sus pieles chocando entre sí, tan único, tan procaz y encantador.
No sabían sus nombres, solo se habían coqueteado en una noche común, cuando Hoseok había salido en busca de un hombre mayor. Y cuando un hombre mayor, había salido en busca de una aventura; de su primera aventura luego de tanto tiempo sin nadie que le hiciera perder la cordura.
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Hoseok frunció el ceño mientras miraba a su amigo sonreírle con los ojos llenos de brillo. Su primera reacción no era la esperada para él.
— ¿Es enserio? ¿Quieres tatuarte?
El menor asintió, saltando sobre sus dos piecitos.
— Mi papá me lo hará, pero no sé qué hacerme, ¡Hoseok debes ayudarme! — Pidió, tomando las manos del mayor entre las suyas mientras formaba un puchero.
El aludido suspiró resignado.
— Creí que tú papá no quería.
Jimin se alzó de hombros, sentándose al frente de su amigo sin ninguna preocupación.
— Lo sé, eso decía. Hace una semana que está muy raro, anda más feliz de lo normal. Pero, eso no debería de preocuparme, ¿Cierto?
