༄Hace años y años en aquellos tiempos donde la realeza era el alma de un pueblo, se encontraba un hermoso y resplandeciente príncipe que estaba a punto de ser sacrificado para ser entregado a su verdadero creador, el señor sol.
「 ¡Bienvenido al apar...
La habitación se encontraba en completa oscuridad, sin embargo, por la ventana abierta la luna iluminaba un cuarto de ella. Las cortinas transparentes se movían suavemente al ritmo del viento.
HoSeok entendió que ya era medianoche cuando en un solo movimiento la ventana se cerró y una figura alta apareció en la esquina de su cuarto. No se asustó y mucho menos sorprendió. La primera vez que sucedió eso casi le da un infarto, exagerando un poco. Nunca supo la manera en la cual ese hombre entraba por su ventana. Su habitación estaba en el tercer piso de la mansión en la que vivía junto a sus padres. No había un árbol para trepar y poder ingresar a ella, tampoco una escalera.
Sabía que el hombre era mayor por sus facciones y estructura corporal. Siempre vestía una chaqueta de cuero negro en cada visita que le hacía. No podía negar que ese hombre era jodidamente caliente. Sus labios voluptuosos lo hacían tener apetito de ellos.
El hombre cuyo nombre es SeokJin lo venía persiguiendo de años. Miraba a HoSeok como su fuente de alimentos, lo buscaba porque tenía sed de sangre. Desde que lo vio en el laboratorio de muestras de sangre donde trabaja; no se resistió en probar un poco de su muestra. No se arrepintió. Era la sangre más dulce y amarga que en sus cientos de años había probado. Supo que tenía que averiguar de él.
La primera noche cuando se acercaba a él se asustó al verlo moviéndose en la cama. Intentó captar lo que hacía y una ola de calor pegó su frente al saber que se estaba masturbando. Tragó en grueso y se movió lentamente a su cuello. El chico estaba cegado por el placer por lo que no sentiría nada. Pero no lo hizo. Se detuvo a unos centímetros. Algo de él lo hacía detenerse. Quería averiguarlo. Era una clase de pared entre el cuello de él y su boca. El chico tenía una fortaleza a su alrededor y podía destruirla si se ganaba su confianza.
Ahora por eso cada medianoche se encontraba ahí.
Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta que el de cabellos rojizos se encontraba viéndolo con ojos alarmantes. Maldijo en su mente y utilizó un poco de sus poderes sobre él para tranquilizarlo. Poco a poco su respiración se fue calmando y habló:
—¿Quién eres y cómo entraste aquí? —preguntó HoSeok tímidamente. Agarró sus suaves sábanas y tiró de ellas más cerca de su cuerpo, cubriéndolo de todo.
SeokJin pensó en una mentira que le diría. No podría decirle que era un jodido vampiro que solo lo buscaba para saborear de su sangre.
—Soy tu guardián.
HoSeok no estaba del todo convencido.
—¿Y por qué hasta ahora lo veo? ¿Los guardianes no deberían estar las veinticuatro horas del día con nosotros?
