Capítulo 9: Amenaza

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Los sueños no solo son recuerdos de la vida, a veces son señales de advertencia e incluso en ocasiones son una forma de comunicación entre los espíritus y los humanos, así fue durante el alba que Kuttar recibió una advertencia:

"Una voz femenina me hablo por la noche" narraba a sus amigos, "mientras caminaba por un sitio oscuro donde apenas alcanzaba a vislumbrar el sendero por el que me dirigía; a pesar de mi poco alcance visual sabía por dónde ir. Caminé un largo trayecto hasta encontrarme una colina, de la cima de aquel otero provenía la voz de la mujer, me encamine hasta la cúspide. Al llegar, note un estanque y en medio de este se encontraba un islote con un pequeño árbol, este árbol en forma de bonsái tenía hojas de fuego y el viento allí soplaba con gran voracidad. El lugar era tranquilo. Entonces escuche mi nombre con el mismo timbre de la mujer, su voz me resultaba familiar... Sí, era la misma dama de la Tribu del Sur, aquella que dijo que tenía que saber la verdad y la misma voz que escuche en el tejado antes de ser un maestro metal. 'Voltea' dijo, al ver detrás de mi ahí estaba, el Avatar Korra."

— Kuttar, hay una gran amenaza al mundo, tienes que ir a los portales del norte y del sur.

— Los rumores que Balu me contó... ¿Son ciertos?

— Me temo que sí, la historia está apunto de repetirse.

— ¿Repetirse? No lo entiendo.

— Pronto tus dudas se disiparan, por ahora ve a los portales y domina el estado avatar.

Y ahí desperté..."

Los cuatro estaban fascinados y atemorizados por el mensaje que acababan de escuchar.

— ¿La historia está a punto de repetirse? ¿Qué historia? —preguntó confundida Korra.

— No lo sé, debemos investigar; esta advertencia no me agrada para nada. —contestó Kuttar.

— Pero hoy es la reunión con el CUN. —expresó Neyen.

— ¡Cierto! Lo había olvidado... ¿Puedo dejarles esta misión?

— Cuenta con nosotros— contesto Taima.

«Desde hace seis años que estoy deseando averiguar todo lo que paso con Korra, ¿por qué nadie me dice la verdad? Balu decía que cuando creciera lo entendería, ¿Acaso hizo algo tan terrible que no puedo saber?» se cuestionaba el chico, se le veía preocupado, sin ánimos de nada. En unas horas tenía que reunirse con el consejo, le darían su "bienvenida oficial". De cierta forma agradecía que su padre lo acompañara a esta importante reunión, desde hace días estaba aprendiendo de política con su padre, comenzaba a entender los problemas por los que cada nación pasaba, seguía siendo todo un embrollo para él pero intentaba poner toda la atención que podía, aunque su padre lo había regañado porque aún no entendía al 100% estaba poniendo todo de sí para hacerlo bien.

— Bien, recuerden, es urgente que sepan todo sobre el norte y el sur, Taima manda una carta o un telegrama, pregunten a gente de confianza, Balu, Elid, Lin, Bolin, Kai, gente cercana, no se fíen de nadie más, las cosas se están poniendo raras. Y cuando acabe la reunión nos vemos fuera del Palacio de la Paz, ¿de acuerdo?

Los tres aceptaron, se pusieron en marcha, en cuanto ellos se fueron Jinora y su padre llegaron al templo por el mozuelo. Una vez estando fuera del Palacio de la Paz su padre le dio unas indicaciones, le brindó todo su apoyo. Después de seis años lejos de su familia, lejos de su padre, aquel que siempre lo apoyó incluso antes de saber que era el Avatar estaba ahí, a su lado, y por primera vez en muchos años notó que necesitaba más que nunca de su familia.

En la entrada del palacio se podían observar dos puertas de madera con un tallado del escudo de las cuatro naciones. Al abrirse el portón se pudo ver un enorme jardín bien cuidado, en cada esquina se encontraban las estatuas de los primeros fundadores del CUN, en medio de este una fuente con piedras de luna incrustadas en el borde, tenía una inscripción que dice "En Honor al Avatar Korra", pasando la fuente se ubicaba el edificio principal de un piso, la planta baja era una sala de estar con sillones cafés, en las paredes había retratos de los fundadores, en una pared se veía dibujado el símbolo del loto blanco. La planta alta tenía dos habitaciones, ambas salas eran de junta, una equipada para estrategias de guerra y la otra para juntas diplomáticas, a esta última fue a la que entraron. En la habitación había una mesa rectangular larga con 20 lugares, cada lugar tenía el nombre de la persona correspondiente a dicho asiento. En cada entrada había soldados cuidando. Al entrar a la sala de juntas se les dio la orden de no interrumpir a menos que fuese algo de suma importancia. Las puertas se cerraron y es así como da inició la junta. Zasnay es la primera en hablar.

AVATAR LA LEYENDA DE KUTTAR. Libro 1 PortalesWhere stories live. Discover now