AVATAR LA LEYENDA DE KUTTAR. Libro 1 Portales

Capítulo 14: Sacrificio

Kuttar había enfermado, recuperaba por momentos la conciencia, escuchaba a lo lejos la voz de Neyen aun sabiendo que estaba a lado suyo, entre su sueño lucido y la realidad había unos ligeros pasos de diferencia, «Resiste Kuttar, tienes que vivir» se escuchaba a la distancia, mientras otra voz más clara se aproximaba, era una voz oscura que lo llamaba por su nombre. Entre su lucidez, se encontraba en un lugar oscuro. A lo lejos alcanzó a ver la silueta de hombre con prendas de la Nación del Agua, estaba de espaldas, su cabello negro y lacio llegaba por debajo de sus hombros, esto fue lo último que vio antes de que todo se volviese negro.

La figura regresó cuando Kuttar tuvo contacto con el agua de la madriguera de Shërues. En su ensueño el hombre estaba una vez más allí. Kuttar caminó hacia él pero al primer paso escucho algo tronar, miró hacia sus pies, estaba parado sobre una especie de hielo muy fino que estaba a punto de quebrarse. Comenzó a dar un paso a la vez, lento, cuidadoso, procurando que el hielo no se fracturase, un paso y un crujido, otra pisada, una grieta comenzó a abrirse, otro más y la grieta se desplazó hasta que todo comenzó a derribarse; el zagal intentó correr hasta donde el hombre estaba, pero el gran agujero lo succionó. Fue una larga caída, el chico cayó de espaldas a una fosa llena de agua, nadó hacia arriba para poder ver en donde estaba. A lo lejos vio una roca gigante que emitía una luz naranja de la cima, siendo su única fuente de luz y de tierra nadó rumbo a ella.

Llego a la orilla rocosa, dio un saltó intentando impulsarse con su aire control, por desgracia no funciono, no poseía poderes. Comenzó a escalar, impulsándose y balanceándose por los pequeños bordes que tenía a su disposición, en dos ocasiones su pie resbaló, si no fuera por la gran agilidad que disponía hubiera caído desde una altura prominente. Llegó a la cima en donde había un cristal con una figura grabada de color rojo, Kuttar tenía el presentimiento de conocer a esta silueta, sus recuerdos eran borrosos, la figura comenzó a brillar, el mozo se acercó intrigado por el grabado, extendió su mano, cuidadosa y lentamente la acercó al cristal. Al tocarlo sintió como si ese mismo espíritu saliera de él, tomó la forma del hombre que había visto, este puso una sonrisa macabra.

— Avatar Kuttar, por fin nos encontramos.

— ¿Quién eres tú? —respondió a la defensiva.

— Soy tu, ¿no lo ves? —el joven no contestó, lo miraba de forma desafiante—. Obsérvame bien. —dijo mientras adquiría el cuerpo de Kuttar, se estaba viendo a él mismo pero de una forma distinta, su otro yo se veía sombrío—. Este es sólo nuestro inicio, nuestro futuro será más grande que esto. —decía el Kuttar del otro lado del cristal.

— No, ese no soy yo, ¿qué es lo que quieres? —el malévolo ente mostró una risa burlona, señalándolo. En ese momento el adolescente empezó a sentir temor. El otro Kuttar tomó la forma de un espíritu negro, con tonos rojos formando unas figuras en su cuerpo.

— Este solo es el inicio. Tú llegarás a mí por tu cuenta.

— Eso no sucederá. —respondió molesto el joven. El espíritu volvió a tomar la forma de Kuttar, pero ahora sus ojos brillaban en un tono rojo anaranjado. El zagal se asustó, comenzó a retroceder hasta caer por la piedra. La voz de su tío y su padre discutiendo lo hicieron despertar.

— ¡Es mi hijo! —vociferó Vátor.

— ¡El niño no puede quedarse sin padre! Él te necesita. Yo tengo que sacrificarme. —repelaba Bataag.

— ¡No, nadie morirá por mí! —gritó Kuttar.

Su padre y su tío dieron un suspiro de alivio por ver a Kuttar consiente otra vez, ellos dos estaban dentro de la madriguera, los demás estaban fuera del tugurio esperando alguna noticia o decisión que los familiares de Kuttar tomaran. Bataag y Vátor hablaron con Kuttar, explicaron la situación y lo que debía pasar para que él viviera, el mozo se negaba a aceptarlo, a dejar que uno de los dos diera su vida por él, él prefería sacrificarse antes que ver a sus amigos y familia morir por él.