Capítulo 11: El Plan

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El Bisonte aterrizó en el Templo Aire de la Isla, eran las 7:00 am, el sol aún estaba saliendo. Aiko, Katara y Kuttar bajaban del animal peludo. Katara fue en busca de su madre mientras Kuttar ayudaba a Aiko a quitar la silla del bisonte. Los pensamientos de Kuttar no lo dejaban escuchar a su alrededor, pues Aiko intentaba hacer platica con él pero el chico no escuchaba, ella estaba acostumbrada a eso con él, siempre había sido muy callado, así que no lo molesto más.

Aiko, como pudo, interrumpió los pensamientos del joven informándole que iría a dormir un rato y que él debería hacer lo mismo, el joven asintió y se dirigió rumbo a su habitación. En el trayecto alcanzó a ver a dos personas recostadas sobre un asiento de madera, intrigado se acercó a ver quiénes eran, en el templo tenían horarios muy estrictos, y no se permitía dormir fuera de las habitaciones a menos que estuvieran en un ayuno o meditando, cosa que se hacía únicamente en el cuarto de meditación. Kuttar silenciosamente se acercó a aquellos dos cuerpos, estos dos eran protegidos del sol por la sombra que los pilares generaban.

Al estar lo suficientemente cerca pudo ver a su amiga Korra siendo abrazada por Guieb, ambos aún estaban dormidos, una sensación de ira y tristeza envolvió al muchacho, así como decenas de preguntas que afloraban dentro de su mente, incluso se preguntó ¿cómo podía estar pensando en tantas cosas a la vez y no explotar? Los dos jóvenes abrazados sintieron una mirada sobre ellos, esto provocó que ambos por fin despertaran. Con los ojos entre abiertos Korra vio una silueta familiar, sus ojos comenzaron a aclarar la imagen borrosa que tenía frente a ella, era Kuttar, inmediatamente giro su cabeza a ver a Guieb quién se encontraba igual de confundido y avergonzado que ella, ambos al verse se sonrojaron y de inmediato se alejaron el uno del otro.

— Kuttar... ¿Qué tal el viaje?— preguntó Guieb como si saludase a un viejo amigo. El mozo no respondió, sus ojos decían suficiente —. Creo que debería irme, mi hermano y mi tía me matarán por no haber llegado a noche. — Escuchar esto provoco aún más a Kuttar quien se limitó a decir «Deberías» Guieb se despidió de Korra y se fue.


Korra quién aún se encontraba apenada, intento hablar con su amigo.

— Kuttar, no es lo que parece puedo explicarlo. —Kuttar la interrumpió de inmediato.

— No tienes que explicarme nada, además solo somos amigos. — dijo el chico con un tono seco. Korra no mencionó nada más, así que cambió la conversación.

— ¿Averiguaste que sucedía en los portales?

— Sí... Pero quisiera hablar de eso con todos. Ya sé todo lo que pasó.

— ¿Cómo que ya sabes todo?— preguntó con cierto enojo Korra.

— En el árbol del pantano pude hablar con el Avatar Korra, me llevó a ver sus recuerdos.

— ¿¡Ir con mi mamá fue en vano!?— voceó la chica.

— No, claro que no, por eso quiero hablar con todos en el almuerzo debemos juntar todo lo que sabemos. — la adolescente lo vio con furia, pensaba que todo lo que había pasado ayer podría haberse evitado, ella refunfuño.

— ¡De acuerdo! Iré con Taima nos vemos en un rato.

— Korra... Sé que fue difícil para ti, lo siento. — dijo el zagal.

— Tú no sabes nada, hablamos al rato Kuttar. — enunció la chica. Kuttar intentó decir algo pero ella volvió a decir con el tono de su voz aún más elevado y firme — Hablamos al rato.

El zagal sin decir más miró a su amiga irse, él se dirigió a su alcoba, recapacitando en todo lo que acababa de suceder, se sentía exhausto, por ahora solo quería cerrar los ojos y dormir. Al entrar en su habitación pudo ver a Neyen quien recién salía de tomar una ducha. Neyen al ver a su amigo lo saludo, ambos tenían una especie de saludo "secreto": con su mano derecha chocaban las palmas de sus manos, luego chocaban los puños, después ambos pulgares se rosaban hasta que un puño quedara ligeramente atrás del contrario, la mano que quedaba debajo de la otra procedía a llevar su puño sobre el otro para hacer que ambas manos escalaran una sobre la otra hasta que ambos puños quedaran frente a su cara para que finalmente su mano izquierda cruzara debajo de ambos puños para entrelazarse con la mano del otro, cuando su manos estaban entrelazadas bajaban sus brazos derechos para poder darse un abrazo con unas palmadas en la espalda.

AVATAR LA LEYENDA DE KUTTAR. Libro 1 PortalesWhere stories live. Discover now