(LIBRO 3) Han pasado cinco años desde que Tyler, el primer amor de Olivia Dallas, se subió a un coche y despareció literalmente de su vida, esfumándose como si jamás hubiese existido. Todo sucedió de forma tan repentina, que a ella no le dio tiempo...
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Hola amigos, siento haber tardado tanto en actualizar, pero finalmente aquí está el capítulo 🥰 Que lo disfrutéis.
Estoy observando las vistas que hay desde el apartamento de Olivia. Desde aquí, se pueden observar los centenares e incluso miles de pequeñas luces encendidas en los bloques y edificios de enfrente. Gente todavía trabajando tras la pantalla de un ordenador, personas cenando alrededor de una mesa familiar, parejas viendo la televisión, amigos celebrando un cumpleaños... muchísimas personas, viviendo circunstancias distintas y yo, al fin aquí, esperando a la única mujer que de verdad me ha importado en la vida. Me siento tan extraño.
Esta noche, después de muchos años, al fin vamos a poder hablar y realmente es una noche decisiva. Todo lo que diga y cómo lo diga, puede marcar un antes y un después para los dos. Puede que aquí termine todo o que aquí tengo comienzo algo nuevo y eso me pone altamente nervioso. Estoy muy inquieto ante la posibilidad de volver a perderla y no es que la haya recuperado ni nada parecido... ojalá, pero creo que en este momento estamos más cerca que nunca de una posible reconciliación y eso me tiene temblando.
Tengo tantas preguntas dándome vueltas en la cabeza ahora mismo. ¿Todavía me quiere? ¿Me guarda rencor? ¿Ha conocido a alguien importante en su vida durante estos cinco años? ¿Estaría dispuesta a darle una nueva oportunidad a lo nuestro?
Cuando escucho unos pasos de tacón acercándose al salón, sé que es Olivia. Me doy la vuelta desde mi posición junto a la ventana y veo como ella se detienen un segundo en el umbral de la puerta. Suspira y es un suspiro extraño, que oculta cierto grado de tristeza. Sé que ha ido a llamar a su amigo por teléfono para cancelar la quedada que tenían esta noche, cosa que agradezco.
Empieza a caminar de nuevo, se aproxima a mí rodeando el sofá y cuanto más cerca la tengo, menos puedo dejar de admirarla. Está tan guapa, tan preciosa, tan increíblemente atractiva con ese vestido rojo que se ha puesto y con el cabello suelto, cayéndole en ondas suaves a cada lado de sus hombros desnudos. Se planta frente a mí, el corazón se me ralentiza y desvío la mirada instintivamente, pero solo durante un par de segundos, antes de volver a posar mis ojos en ella. Seguramente no debería mirarla así; especialmente cuando no somos nada, pero no puedo evitarlo. Esta increíblemente atractiva.
—Hablemos —anuncia.
—¿Qué? ¿Aquí? —pregunto llevándome una mano a la frente y frotándola con angustia.
No quiero hablar con ella en su apartamento. Quiero que sea en un lugar donde los dos podamos estar hablando tranquilos y con normalidad, pudiendo tomarnos nuestro tiempo para hacerlo.
