22. Cameron - Puto brunch

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Entonces, desaparece de la habitación y se escucha como cierra la puerta principal del apartamento con un sonoro portazo

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Entonces, desaparece de la habitación y se escucha como cierra la puerta principal del apartamento con un sonoro portazo. Quizá todo lo que le he dicho esta noche a Olivia, no ha significado nada para ella, pero tampoco voy a dejar que crea lo contrario por culpa de una farsa. No voy a permitir que vuelva a salir corriendo de las situaciones adversas como hace siempre, sin ni siquiera escuchar antes todas las versiones.

Miro a mi hermano con dureza, que sigue plantado junto a la puerta de mi habitación como un pasmarote. No me gusta nada la forma en la que me sonríe con suficiencia y considero muy seriamente golpearle esa cara de idiota que pone cuando está disfrutando de una situación que le es ajena. A veces me pregunto cómo es posible que dos hermanos sean tan diferentes el uno del otro.

Sin importarme que él esté en mi habitación, salgo corriendo hacia la puerta con tan solo una toalla blanca envolviendo mi cintura.

—¿A dónde vas? —inquiere, frunciendo el ceño.

Me detengo junto al quicio de la puerta.

—A las rebajas de Bloomingdale's. —Intento inyectar tanto sarcasmo en mi voz como puedo—. Quédate aquí quietecito y no vengas a tocarme más las pelotas, Neal.

Su cara se vuelve seria ante mi amenaza implícita y veo como entrecierra los ojos en un gesto de fingida ofensa. Solo espero que por una vez en su maldita vida me obedezca.

—Vamos a llegar tarde si...

—¡Me importa una mierda si llegamos tarde, joder! —lo interrumpo mientras me invade una ola de furia—. Espera aquí un momento y no hagas ninguna tontería o juro que saldrás de aquí sin esos bonitos dientes que te encanta mostrar cuando sonríes como un imbécil.

Empujo la puerta y salgo al rellano. Hace un frío que pela aquí fuera y siento como la humedad de la toalla que me envuelve las caderas, me cala los huesos hasta lo más hondo, pero ignoro la sensación helada que me recorre de arriba abajo. Bajó los escalones de cinco en cinco, a saltos y trompicones, sujetándome a la barandilla para no irme de bruces contra el suelo.

—¡Oli! —grito desesperado cuando la veo bajar el último escalón del patio.

Se da la vuelta y me mira. Las lágrimas se arremolinan en sus ojos de color verde claro. Veo como aprieta los labios con todas sus fuerzas para intentar no romper a llorar como una niña pequeña y maldita sea, me entran unas ganas terribles de abrazarla, decirle que siento mucho no haberle contado toda la verdad y que estoy muerto de miedo por todo lo que se me viene encima con esto del compromiso. Me entran ganas de confesarle que todo lo hago por ella, pero eso no puedo decírselo.

En un movimiento rápido, eleva su mano y se seca los ojos con el dorso de la mano mientras que mira como si fuese el mismísimo diablo. Me duele el alma solo de pensar en las ideas falsas que estarán ahora mismo alborotando su mente y su corazón.

Vuelve a mi caminoWhere stories live. Discover now