Cuando es egoísta

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Cuando es egoísta no se lastima, no se hiere, respira con facilidad, va por las calles sin las cargas que joden sus trapecios y han terminado por dejar cicatrices en sus manos y en su alma.

Cuando es egoísta sus ojos son un espectáculo de luces, su sonrisa es perversa y coqueta, su lenguaje corporal es sensual sin dejarte más opción que terminar a su merced, sin arrepentimiento, sin duda; te roba suspiros, alientos, susurros, carcajadas y en ocasiones gritos porque le encanta escucharte.

Cuando es egoísta se convierte en lo que verdaderamente es: ese ser lleno de oscura esencia que ilumina su camino a través de su andar, ese ser que tantas veces ha sido criticado, juzgado, rechazado... ese que opta por encerrar para lograr ser aceptada. Te quiero de vuelta. Te quiero libre. En mí siempre existirá un lugar donde tus demonios puedan ser el desastre que son, un lugar que pueden llamar cielo aunque arda como el mismo infierno. 

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