Sábado | 18:07

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29.02.20

[Sábado | 18:07]


Natalia había invitado esta vez a Alba a su casa como agradecimiento por haberla ayudado a estudiar para el examen de ayer. Aunque eso no era más que una tapadera, a Natalia le apetecía mucho pasar tiempo con Alba.

Se había atrevido además a invitarla a su propia casa. Los amigos de Natalia que habían pisado aquella casa los podía contar con los dedos de una mano. Tenía una casa muy humilde, con cosas que arreglar por aquí y por allá, alguna mancha de humedad, una puerta que no terminaba de cerrar... No es que se avergonzase de su casa, pero era consciente de que había gente muy cotilla por el mundo y prefería evitar rumores raros.

—Bienvenida a mi muy humilde morada —la invitó a entrar en su casa—.

—Es... Acogedora —Alba nada más entrar se dio cuenta de las diferencias que había entre su propia casa y la de Natalia. Aún así, le gustó. Le pareció que aquella casa tenía carácter—.

—Ya, es lo que tienen las manchas de humedad y las puertas a medio caerse. Super acogedora.

—¡Oye! Pues a mí me gusta. Es familiar. Tiene carácter

—Hola —saludó una chica de aspecto más joven que Natalia—.

—Elena, esta es Alba, una amiga. Vamos a estar en mi cuarto, no molestéis, ¿vale?

—Valeeee. Ahora le digo a Santi. Hola, Alba.

—Hola a ti también, Elena —la saludó con una sonrisa de oreja a oreja a la más pequeña mientras seguía los pasos de la morena hasta su cuarto—. ¡Hala que guay! Me mola tu habitación —dijo nada más entrar—.

La habitación de Natalia tenía posters de sus cantantes favoritos en una pared, un hilo con fotos de ella con sus amigas y hermanos y tiras de luces de colores en la otra, y un pequeño piano y una guitarra en una de las esquinas.

—Normalito —dijo sin más—.

—Normalito mis cojones. Los posters son muy chulos y el piano y la guitarra ahí le dan rollazo.

—Los posters en realidad son para tapar manchas de humedad, no te creas.

—Bueeeeno, mola igual, no hace falta que le quites el encanto.

—Ponte cómoda, como en tu casa. Te puedes quitar los zapatos y sentarte en la cama si quieres.

—¡Vale!

Alba cumplió a rajatabla lo que le dijo. Como en su casa. Se quitó los zapatos y se tiró en su cama ocupando todo el espacio.

—Ni un huequito me dejas para sentarme yo —se quejó—.

—Has dicho como en mi casa, estoy obedeciéndote. Échate encima de mí si quieres sentarte.

—Más quisieras tú —la picó—.

—No te lo voy a negar... —susurró bajito entredientes, para que pidiese escucharla, pero no mucho—.

—¿Qué has dicho?

—Nada. ¿Que cuándo me vas a dejar probar eso?

—Vas a saco, tía.

—No hay tiempo que perder.

—Dijiste que era para celebrar cuando aprobásemos —le recordó—.

—¿Tú recuerdas todo lo que hemos estudiado? Vamos a aprobar seguro. Además me dijiste que el examen te había salido redondo. Oye, y ahí tienes tu guitarra, ¿hoy sí me vas a cantar en directo?

SKAM AlbaliaWhere stories live. Discover now