Martes | 13:28

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7.04.20

[Martes | 13:28]

Natalia estaba caminando de un lado para otro en el pasillo en el que se encontraba su clase. Como era bastante habitual en ella, la profesora la había echado de clase, esta vez por no parar de hablar en clase. A veces se preguntaba cómo la seguía dejando entrar a su clase. Cuando ya llevaba 5 minutos desgastando la suela de sus zapatillas girando sobre sí misma en mitad del pasillo, sintió cómo se abría la puerta de otra aula y vio que salía por allí una cabellera rubia que le resultaba muy familiar. Efectivamente, era Alba.

—Ps, ps —la llamó para que se girase a verla, pero no se enteró—. PSSS, PSSS —la llamó esta vez más fuerte—.

Alba se giró extrañada y cuando vio a la morena allí en mitad del pasillo le salió una sonrisa tonta.

—¿Qué te crees que soy un perro?—la vaciló por la manera en la que la había llamado mientras se acercaba a ella—.

—Es que no te puedo gritar en mitad del pasillo.

—¿Qué haces aquí?

—Me han echado de clase —levantó sus dedos en señal de victoria—.

—A saber qué habrás hecho.

—Hablar un poquito, no he asesinado a nadie. Aún. ¿A dónde vas?

—Iba al baño.

—Pues te acompaño —le dijo mientras empezaban a caminar hacia el baño—.

—¿No deberías quedarte en la puerta hasta que la profe te deje pasar otra vez?

—Sí, hombre. Me voy a quedar ahí como una pringada plantada en el pasillo cuando podría estar con mi novia dándome el lote en los baños.

—¡Oye! ¿Quién te ha dicho a ti que vayamos a hacer nada? Yo voy a cambiarme el tampón. Nada más.

—Ay, joooo —puso cara de pena—. No me dejas disfrutar ni un poquito de mi primera novia.

—Ni hablar. No me pongas esa carita de perrito abandonado que no voy a caer en tus redes. Espérame, que no tardo nada —dijo antes de cerrar la puerta de uno de los baños—.

Natalia esperaba pacientemente a Alba mientras se retocaba el pelo en el espejo, hasta que sintió cómo Alba volvía a abrir la puerta. Pero no salía del cubículo.

—¿Alba? —la llamó extrañada—. ¿Estás bien?

—Nat, ven un momento a ayudarme, porfa —la llamó desde dentro del cubículo—.

—Voy.

Natalia abrió la puerta poco a poco, preocupada por lo que pudiese encontrarse detrás. Según vislumbró a la rubia, esta tiró bruscamente del brazo de la morena, cerró la puerta y fue disparada como un misil a sus labios. Pilló por sorpresa a Natalia, que ya había asumido que no iba a hacer nada con ella, pero no se achantó y le correspondió con ganas agarrándola por la cintura. El baño en silencio, solo se podía oír el sonido de un lavamanos goteando, el de sus bocas intercambiando saliva y sus respiraciones empezando a agitarse. Alba rompió un segundo el beso para hablar.

—Que conste que lo hago solo porque estoy con la regla y voy más salida que el pico de una mesa —la miró con una sonrisa algo avergonzada por la situación—.

Natalia no quiso escuchar más. Se sentó sobre el la taza del váter y tiró de Alba para que se sentase sobre ella. Y allí salió el lado atrevido de Natalia, amasando las nalgas de su novia a través de los leggings mientras se atrevía a jugar con su lengua en el beso. Alba, poco acostumbrada a saltarse las normas del instituto pero con las hormonas trabajando como una locomotora, no se quiso quedar atrás y se atrevió a meter la mano por debajo de la camiseta de la morena en busca de su pecho, acariciando su vientre en el proceso.

De pronto escucharon cómo alguien más entraba al baño. Se separaron mirándose divertidas por la situación, haciéndose señas para guardar silencio y no reirse hasta que esa otra estudiante acabase de hacer pis y saliese del baño.

—Menudo chorro —susurró Natalia riéndose en silencio mientras Alba le tapaba la boca con sus manos para que no las descubriesen—.

Natalia decidió, que de perdidos al río, iba a provocarla un poquito. La pegó más aún si podía a ella, abarcó con sus manos todas sus nalgas asegurándose de ponerla nerviosita y empezó a dejarle besos húmedos en el cuello justo en el punto que sabía que perdía la cordura. Y, efectivamente, la perdió tanto al instante que se le escapó un pequeño gemido. Se tapó la boca sorprendida por su propia reacción y le pegó un tortazo en la nalga a la morena como castigo entre risas controladas.

Por fin escucharon cómo salía la otra alumna del baño y volvieron a la batalla, esta vez con más ganas y sin tener que guardar silencio.

—Sabes que nos vamos a quedar con el calentón y no vamos a aguantar la media hora de clase que nos queda —le advirtió Natalia. Pero el calentón poco les duró. De hecho se quedaron de piedra cuando escucharon la voz de un profesor que las llamaba—.

—Chicas, salid ya —les dijo el profesor de guardia desde la entrada del baño, que siempre vigilaba quién entraba y quién salía—.

—Mierda, mierda, mierda —susurró la rubia, mirándose entre ellas asustadas por que las hubiesen descubierto pero divertidas por la travesura que estaban haciendo—.

Se levantaron y se recolocaron el pelo lo más rapido posible. Abrieron la puerta del cubículo y salieron con la cara más seria que podían, haciendo un esfuerzo titánico por aguantarse la risa.

—¿Qué se supone que hacíais ahí dentro tanto tiempo? —preguntó serio el profesor—.

—Me estaba ayudando con el tampón —se atrevió a decir Alba rápidamente, en busca de una coartada creíble para que dos chicas estuviesen encerradas en un mismo baño—.

—Anda, volved ya a clase —terminó por decir poco convencido con su respuesta, pero poco más podía hacer. Salieron disparadas hacia el pasillo donde se encontraban sus respectivas clases a paso ligero—.

—Te mato. Que a mí nunca me había llamado la atención un profe.

—Pero a que ha sido diver —le dijo riéndose. A Natalia ver a Alba tan asustadilla intentando mantener el tipo delante del profesor que le había llamado la atención no le podía hacer más gracia—.

—La parte dentro del baño, sí. La del profe casi pillándonos, no. Hostia, tienes los labios rojísimos.

—Tú también —le guiñó un ojo—. Así nos ahorramos el pintalabios.

—Qué vergüenza —se tapó la cara tímida, porque sabía que al entrar en clase todos le verían la cara—.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora