Jueves | 18:20

2.1K 175 5
                                    

30.04.20

[Jueves | 18:20]

Natalia y Alba iban de la academia de arte directas a casa de Alba con ganas de repetir lo que habían hecho en la intimidad de su cuarto el fin de semana. Natalia había conseguido olvidarse de la reaparición de Mikel el martes pasado. Hoy no se lo había encontrado y había decidido tomar otro camino para llegar desde su casa hasta la academia. No quería darle más vueltas y solo centrarse en su novia, su música y su familia ahora que todo parecía ir en biena dirección.

Aunque la rubia ya había avisado a la morena de que igual su madre estaría rondando por casa ahora que había pedido una reducción de jornada, no se esperaban encontrarse con otra cara conocida al abrir la puerta del piso de la rubia.

—¿¡Mamá!? —exclamó extrañada Natalia al ver a su madre sentada en el sofá de la casa de su novia hablando tan tranquilamente con Rafi—. ¿Qué haces aquí?

—¡Hola, niñas! —saludó con efusividad Rafi a las recién llegadas—.

—¡Hola, Natalia! Pues aquí estoy, que la Rafi me ha invitado a un café en su casa.

—Alba, ¿qué es esa mala educación? Saluda a María —la reprendió Rafi al ver a su hija igual de impactada que la morena—.

—Sí, claro. ¿Qué tal, María? —saludó agitandonla manita como una niña pequeña—.

—Muy bien, Alba. Espero que no os importe que haya venido aquí...

—Para nada, no te excuses, María —la cortó Rafi—. La casa es mía y yo te he invitado.

—Bueno, nosotras nos vamos a mi cuarto —tiró de la mano de Natalia que todavía no había salido de su sorpresa. Llegaron al cuarto y cerraron la puerta—. ¡Te lo dije! Había escuchado algo de que iban a quedar —rio Alba por la situación—.

—Joder pero no me lo esperaba tan pronto. Y menos en tu propia casa. No me había dicho nada.

—Igual quería darte una sorpresa.

—Joder, y vaya sorpresa. Por un momento pensé que nos habíamos equivocado y estábamos en mi casa, menuda confusión.

—Bueno, no nos quejemos que por lo menos se llevan bien, ¿no?

—Eso parece... —Natalia miró a Alba con sospecha, que de repente la empezó a mirar con picardía—. Quieres cotillear lo que hablan, ¿verdad?

—Me encanta que me conozcas tan bien —le dejó un breve beso en la mejilla—. Vamos a pegar la oreja.

Dejaron la puerta entreabierta y agudizaron al máximo su oído para conseguir escuchar lo que decían sus madres.

—Natalia es buena niña, ¿verdad? —se distinguía la voz de Rafi—.

—Ahora sí —respondía la madre de Natalia—, parece que está sentando la cabeza. Pero tuvo una época que no paraba de meterse en líos. Igual que su hermano ahora que está entrando en la edad mala. Espero que la más pequeña no vaya por el mismo camino, que ya tenemos una edad. Alba tiene pinta de no meterse en ningún lío.

—Pues no, en ninguno. Por lo menos que yo sepa. A veces no me quieren contar lo que les pasa. Especialmente la pequeña, Marina. Y Alba, por ejemplo, me dijo que le gustaban las chicas hace muy poco. Aunque tengo que reconocer que después de decírmelo se ha abierto más conmigo.

—Es complicado. Tienes que saber mantener un equilibrio entre autoridad y confianza. Por eso yo suelo dejarles bastante libertad a los niños y no ponerles barreras constantemente. Lo de prohibir que tengan novios, que beban y este tipo de cosas. Si se los prohibes, lo van a hacer igual, pero a escondidas y no te van a contar nada. Es mejor permitírselo pero marcando unos límites, y al final ellos solos se dan cuenta de que deben tener unos límites.

—Me he dado cuenta de eso un poco tarde. Llevo prohibiéndole a Alba salir a beber y todo eso que hacen los adolescentes desde que entró al instituto. Me da mucho miedo ese mundo.

—Si los crías con miedos, ellos también tendrán miedos cuando sean adultos. Déjala salir, mujer. Si sale con Natalia va a estar bien. Hasta ahora nunca le ha pasado nada que sea como para alarmarse demasiado.

—No es tan fácil cambiar de parecer tan rápido, pero se intentará. Bueno, voy a por los cafés y me cuentas qué tal es el trabajo nuevo —Alba y Natalia escucharon cómo Rafi se lavantaba del sofá y se dirigía a la cocina. Cerraron la puerta de su habitación para ahora hablar sin que sus madres las escuchasen—.

—Joder, nunca había visto a mi madre tan... ¿receptiva? —comentó Alba—.

—De nada, ¿eh? Gracias a mi madre vas a poder salir de noche sin llevarte broncas. Solo te he traído cosas buenas. ¿Cómo me vas a devolver el favor? —dijo Natalia en una pose altanera—.

—Creída. Ven aquí.

Alba empujó con una sonrisa en sus labios a la morena hasta su cama para sentarse encima de ella y darle lo que tanto quería. Y ahí estaba Alba en plena faena, metiéndole la lengua hasta la campanilla y empezando a colar sus manos por debajo de la camiseta de Natalia, que ya de por sí tapaba bastante poco su torso, cuando se abrió la puerta de la habitación.

—Chicas, ¿queréis...? ¡NO HE VISTO NADA! —dejó su frase a medias para taparse los ojos alarmada por haberlas interrumpido—.

—Mamaaaaa, pero toca antes de entrar —se quejó Alba mientras se quitaba de encima de Natalia, y la morena escondía la cara en la almohada de la vergüenza—.

—Perdón, perdón. Solo venía a ver si queréis algo de merendar —les ofreció aún con las manos en sus ojos—.

—Ya preparo algo yo ahora. ¿Dónde ha quedado el "te voy a dar tu espacio" de anoche?

—Vale, vale. Os dejo a lo vuestro —y Rafi volvió se dio media vuelta aguantándose una sonrisa en la cara—.

—Voy a ponerme un cartelito fluorescente en la puerta para recordarme que tengo que cerrar con llave —se lamentó Alba cuando salió su madre de la habitación—.

—Albi qué vergüenzaaaaa —gritó Natalia aún con su cara enterrada en la almohada—.

—María, María, que las he pillado metiéndose mano —escucharon ambas a Rafi comentando lo que había pasado con efusividad—

—Esta mujer... —puso los ojos en blanco Alba, sabiendo que su madre era así de intensa y difícil era que cambiase—.




SKAM AlbaliaWhere stories live. Discover now