"¿oíste lo de raúl?", le preguntó un chico de gafas a un ojiverde.
él negó suavemente con la cabeza.
"no, ¿qué pasó?", se interesó.
"dicen que se puso a gritar en medio del patio, tuvo que venir el director a detenerle e incluso llamaron a sus padres", explicó.
"¡oh, vaya! definitivamente ese chico es muy raro", se burló rubén.
"¡más que raro! es estúpido".
un chico moreno los observaba desde su posición, sentado en uno de los bancos del patio, escuchando atentamente la conversación.
no le gustaba que los demás se burlaran de su estabilidad mental.
era su problema, no el de ellos.
un castaño se acercó caminando rápidamente a rubén y a miguel, visiblemente enfadado.
"¿por qué os burláis de él? no sabéis los problemas que puede tener en su casa", les dijo.
"es difícil no hacerlo, luzu", respondió miguel. "¿o acaso no ves como se pone a gritar o a decir cosas extrañas en medio de clase?".
"mangel tiene razón, borja. lo raro es no reírse", le defendió rubén.
"bueno, el problema lo tenéis vosotros. fijaros en vuestros defectos antes de buscárselos a los demás, ¿sí?", se cruzó de brazos. "raúl no tiene la culpa de nada, no conocéis su situación personal".
raúl sonrió desde su posición para luego hacer una mueca de dolor.
las migrañas estaban volviendo a hacerle efecto. sentía las voces gritando en su cabeza, ordenándole cosas que no quería hacer.
