O5

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raúl llegó a su casa sin ganas, igual que cuando salió de ésta. estaba cansado de repetir la misma rutina, todos los días.

y estaba triste por lo que acababa de pasar.

sin quererlo, le había hecho daño a otra persona, y se había hecho daño a sí mismo.

su madre, que lo esperaba en la puerta, le recibió con una sonrisa.

"¿qué tal te ha ido el día, raúl?".

horrible, me quiero morir.

"hum, bien".

"oh, me alegro de eso" su madre le dedicó una tierna y protectora sonrisa.

el moreno no le devolvió la sonrisa, solo se encogió de hombros y se fue a la cocina a beber un vaso de agua.

una vez que lo hizo, se dispuso a comenzar a subir las escaleras hacia su habitación, pero su madre le detuvo.

"ah, raúl, recuerda que más tarde tienes una cita con el doctor de luque", se acercó a él y colocó su mano sobre su hombro.

raúl le retiró la mano de su hombro. había tenido suficiente por el día, sentía que si alguien volvía a colocar su mano sobre él se iba a desmoronar.

se limitó a asentir con la cabeza mientras su madre murmuraba un casi inaudible perdón.

"ya lo sé" suspiró y subió hacia su habitación.

su madre observó como subía las escaleras y se mordió el labio, suspirando ella también.

amaba a su hijo con locura, pero no podía negar que, a veces, era un chico difícil. claro que esto no era en absoluto culpa suya, sino de su esquizofrenia.

le habían diagnosticado la enfermedad cuando el chico tenía apenas nueve años, y se lo mantenían en secreto hasta entonces.

en muchas ocasiones tanto el padre del chico como ella habían pensado en decírselo, pero siempre acordaban que era mejor no hacerlo.

pensaban que contárselo solo sería un problema más para él. el chico ya tenía bastante con solo ver a uno de sus padres a diario, ya que ellos estaban separados.

pensaban que el hecho de que tuviera el conocimiento de su esquizofrenia lo único que haría sería empeorar su enfermedad.

raúl llegó a su habitación y tiró su mochila hacia cualquier lado para después dejarse caer en plancha en su cama.

al principio estaba tranquilo, simplemente tumbado boca abajo, descansando.

pero después todos los recuerdos de lo que había sucedido en aquel día comenzaron a llegar a su mente, uno tras otro, lo que hizo que comenzara a llorar.

lo hizo lo más bajo que pudo, no quería que ni su madre ni sus hermanos lo escucharan. sobre todo no quería que su madre lo hiciera.

sentía que el hecho de que tuviera migrañas y ansiedad hacía que fuera una carga más para su madre. lo hacía sentirse como un estorbo.

odiaba sentirse de aquella manera, pero estaba convencido de que lo único que hacía era ser una preocupación más para su madre, y ella ya tenía muchas como para estar todo el día pendiente de su estúpido hijo y sus dolores de cabeza.

y así, entre lágrimas, pequeños hipidos y sollozos y el triste recuerdo de la cara de borja, de el castaño corriendo lejos de él, se durmió.

cuerdo ; luzuplay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora