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a raúl no le hizo mucha gracia cuando le dijeron que iba a tener que comenzar a medicarse.

tenía diez años cuando se lo dijeron, era solo un crío que no entendía el propósito de las cosas. para él los medicamentos eran para que te curases cuando te sentías mal.

¿quería eso decir que iba a dejar de tener aquellos dolores de cabeza para siempre?

estaba sentado frente a su madre en la mesa de la cocina, con los brazos cruzados y mirando a la mujer con el ceño fruncido.

ella no había abierto la boca aún, estaba esperando a que se le ocurrieran las palabras adecuadas para explicarle aquello a su hijo y que lo entendiera.

¿cómo le decía, de forma delicada que a veces para mantenerte vivo tienes que matar tu mente?

no creía que pudiera comprenderlo. auron no era un chico tonto, pero era muy pequeño como para entender cosas como aquella.

la madre suspiró, apartando su mirada de los ojos de su hijo y fijándola en la ventana.

"mamá, ¿me dirás qué pasa ya? la verdad, te vi tomando una receta que te dio el doctor".

suspiró nuevamente y, sin mirar a su hijo, comenzó a explicarle: "escucha, raúl, el doctor y yo estuvimos hablando y nos pareció oportuno comenzar a introducirte un nuevo medicamento..."

"¿qué? ¿qué clase medicamento?", la interrumpió, sorprendido.

"eso no importa, tú solo tendrás que tomarte la dosis diaria que yo te diga, ¿de acuerdo?"

el chico emitió un gruñido, en señal de afirmación, pero a la vez mostrando su disconformidad con respecto al asunto.

"¿y dejaré de tener migrañas?"

"¿uh?"

"que si dejaré de tener dolor de cabeza".

ella conectó finalmente sus miradas y tomó las manos de su hijo.

"no, cariño, es complicado de explicar. simplemente diremos que no te dolerá tanto con la dosis que te daré".

"¡genial!", sonrió. "entonces, si me tomo muchas, ¡el dolor se pasará por completo!"

ella se apresuró en negar frenéticamente con la cabeza, apretando el agarre.

"no, no. nada de tomar más de lo que yo te diga".

"¿por qué?"

"raúl, porque no. las cosas no funcionan así, ¿vale? solo tomarás lo que yo te diga y quizá mejores" el moreno volvió a gruñir, haciendo que ella le mirase fijamente. "prométeme que tomarás lo que yo te diga".

"está bien. te lo prometo", accedió, no muy seguro de poder cumplir su promesa.

cuerdo ; luzuplay.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora