Capítulo 1: Lío de maletas

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Bruno

Seré claro. Desde un primer momento no quería venir al campamento. Quería negarme, patalear, inventarme cualquier excusa antes de acudir a lo que podría ser un infierno. Pero no tenía más remedio. La semana pasada me había apuntado a una oferta de trabajo como monitor y había tenido, como yo consideraba, la mala suerte de que me cogieran. Solo quería hacer un poco el paripé de que buscaba trabajo en verano antes de entrar a la universidad, lo que no esperaba era que sin experiencia y a una semana de comenzar el trabajo me escogiesen.

Así que estoy, delante de los dueños del campamente, con maleta en mano y esperando a que me den las llaves de la cabaña donde dormiré.

―Pues aquí tienes, Bruno. Ya sabes todo lo que tienes que hacer, pero ante cualquier duda, tanto yo como Manu estaremos aquí. Os estaremos supervisando, tanto a ti como a tu compañera ―me informa la directora.

―Está bien Noemí. Cualquier cosa te aviso. ¿Solo somos dos?

―Sí, este campamento no es el típico. Aquí preferimos que haya poca gente y un mejor control. Por eso solo contratamos solo a dos monitores cada verano. Pero tenemos a más gente trabajando aquí, por supuesto.

―Pero aunque sean pocos, ¿crees que podremos? Al fin y al cabo son niños y...

Noemí se ríe delante de mí sin ocultarse.

―Tan solo tienes un año más que ellos, Bruno ―aclaraó la directora.

Me quedo mirándola de forma incrédula. ¿Me está gastando una broma? Yo había visto un siete cuando eché la solicitud. Palidezco de pronto ante el panorama que se me presenta. En este momento, lo único que pienso es que lo mejor hubiera sido que sí que tengan siete años. ¿Cómo lidio con estudiantes de diecisiete años? ¿Cómo van a hacerle caso a un tío que tan solo tiene un año más? Observo como Noemí se lleva las manos a la cabeza.

―¿Creías que eran más pequeños?

―Sí... Solo espero que cumplan las normas y me tomen en serio, porque con mi edad...

―No te preocupes, si estás aquí es porque hemos valorado que eres capaz.

Cuando termino de hablar con Noemí, acudo a mi cabaña compartida. Estaré allí junto a mi compañera de trabajo. Solo espera que al menos pueda tener buena relación con ella y que trabajemos en unión. Aunque también deseo que este verano pase volando. Creo que siempre lo voy a recordar como el inacabable verano del 19.


Maialen

Decir que esstoy ilusionada por este trabajo, sería quedarme corta. La felicidad me recorre por todo el cuerpo Es mi primer empleo y tengo muchas ganas de empezar. Mientras, la gente de mi edad lo único que quería era aprovechar el último verano antes de entrar a la universidad. No me importa, yo soy feliz con mi ilusión. Además, ¿quién no querría estar en un campamento musical? ¡Es el sueño de toda persona que quiera dedicarse a la música! Vale que en mi caso sería como disfrutarlo desde la barrera, pero al menos podría disfrutar de cómo otras personas disfrutan de un sueño tan bonito.

Cundo me dan las llaves de la cabaña donde viviré estos meses, voy corriendo a verla. Me han dicho que tendré un compañero que también será monitor. ¡Qué ilusión! Deseo que el muchacho también tenga la misma ilusión que yo por trabajar allí.

La cabaña es pequeña pero acogedora. Tendré que compartir habitación con el chico, básicamente porque es una habitación y un cuarto de baño este sitio. ¡Una pasada! Aunque no es que haya solo una cama y un baño. También tenemos una mesa redonda, dos sillas, un sofá y un televisor. ¡Incluso un mini frigorífico que es una cucada!

Pongo mi maleta en una de las camas y me decido a salir a dar un paseo por allí. Tengo muchas ganas de ver el lugar, y cuanto antes lo haga sé que será lo mejor. Al fin y al cabo mañana llegará la tropa de estudiantes y será más complicado.

Me pongo los casos del móvil y comienzo a caminar escuchando una de mis propias canciones que hace un tiempo grabé. Tarareo mentalmente la melodía y me es imposible no pensar en cómo serían los estudiantes que vendrán a este lugar. Solo espero que este sea el mejor verano de mi vida.


Bruno

Al llegar a la habitación, me topo con una maleta, que no es mía, en la cama. La aparto colocándola en la de al lado, y subo la mía. No recuerdo que Noemí me haya dicho que mi compañera ya esté aquí, así que no entiendo de qué es esa maleta. Pero tengo la mente en otras cosas como para ponerme a darle vueltas. Una de ella es, sin duda, las ganas irrefrenables que tengo de ir al baño, razón por la que no puedo pensar con claridad. La otra es que aún no he asimilado que vaya a monotoni...motoroni... Bueno, a ser monitor de gente que tenga un año menos que yo.


Maialen

Cuando llego de nuevo a la habitación, me llevo un buen susto. Encuentro mi maleta en la otra cama mientras que en la mía se hay otra. Así que mi compañero ya ha llegad, vaya, vaya.. Niego con la cabeza e intercambio las maletas. Yo ya he escogido la mía y me parece lo más justo.

Me siento en el sofá dispuesta a ver qué hay en la tele, cuando decido, antes de nada, salir a comprar una botella de agua y algo para picar a un kiosco que hay en el campamento. Tras volver, encuentro de nuevo las maletas intercambiadas de cama. Niego y soplo profundamente dispuesta a devolver cada una en su sitio, pero en ese justo momento alguien entra por la puerta.

―Hola ―saluda el muchacho con una sonrisa.

Me acerco a él y me presenté rápidamente mostrando mi amplia sonrisa. Educación ante todo. Después viene el momento de ponerme seria y hablar con él sobre el problema que tenenemos con las maletas.

―Supongo que la maleta que aparece tantas veces en mi cama es tuya, ¿no?

―No, la cama es la mía ―dice el muchacho con las manos metidas en los bolsillos encogiéndose de hombros.

―A ver, eres el monitor con el que voy a trabajar y convivir. Llegué antes, puse mi maleta en la cama que elegí y por lógica te toca la otra. No voy a jugar a estas cosas como si estuviera lidiando con un estudiante de los que vienen mañana, ¿lo entiendes?

―Eh... ¿Sí?

―Eso espero, que no me gusta ponerme enfadada, no me sale ―digo suspirando y él me devuelve una sonrisa.

―Por un momento parecías la directora del campamento... ―murmura y ambos estallamos en risas.

Y desde este momento sé que aunque parecía que íbamos a empezar con mal pie, la complicidad nos va a acompañar durante el tiempo que estemos aquí trabajando.

Verano inolvidableWhere stories live. Discover now