Capítulo 2: Amistad rota

922 29 2
                                    

Hugo

Nuestra canción inunda el coche de mi amigo Rafa haciéndonos cantar sin parar. Hace años que Tu Calorro es algo así como nuestro himno. Mientras mi tía conduce yo la he puesto varias veces ya.

―Creo que podemos cambiar ya de canción, ¿no crees? ―Me sugiere RAFA sonriendo y la verdad es que es buena idea.

Hoy mi mejor amigo y yo nos vamos de campamento y pasaremos un tiempo allí. Tengo muchas ganas de que lleguemos. Conozco a Rafa desde que somos dos micos y poder irnos de viaje juntos es una pasada. Y encima a un campamento musical, ¿se puede pedir algo más?


Rafa

Hugo no para de hablar de lo feliz que está de que vayamos al campamento juntos y creo que he desconectado hace media hora de escucharle. Es verdad que Hugo y yo somos mejores amigos casi desde que nacimos, pero ha llegado un momento en el que me he cansado de que lo hagamos todo juntos. Me encanta hacer muchas cosas con él, pero creo que tiene que llegar el momento en el que no sea todo. Eso no quita el cariño que le tengo, pero a veces es un poco cansino y creo que se resguarda mucho en mí. Por eso, cuando me enteré de que también había sido admitido en el mismo campamento, no pude evitar desanimarme aunque no se lo dijera. Pero en fin, es lo que hay.


Hugo

Cuando nos despedimos de mi tía, nos acercamos a dirección a informar de que ya hemos llegado y que nos indiquen cuál es nuestra cabaña. Me pregunto cuánta gente seremos en la misma. Sin embargo, mi cara se descompone al enterarme de que no vamos a estar en la misma. ¿Pero qué me está contando esta mujer? No puede ser verdad, ¿cómo no nos han puesto juntos? Intento hacérselo ver a Noemí, la directora, pero Rafa me para los pies, cogiendo ambas llaves y dándole las gracias amablemente.

―Tío, ¿no vas a decir nada? ¡Tenemos que pedirle que nos junte!

―Tan poco es para tanto, Hugo. Nos vamos a ver el resto del día, no le des importancia ―me dice tranquilamente.

―¿Te da vergüenza decirle a la directora? Se ve un poco seria pero dicen que es súper maja.

Rafa me acaricia con cariño la cabeza y me sonríe.

―No pasa nada, tío. Anda, tira para tu cabaña y luego me cuentas, ¿vale? ―Me tira las llaves y después se dirige a la suya, dejándome un poco a cuadros.


Rafa

No puedo negar lo feliz que estoy de que por fin hay algo que no hagamos juntos. Estoy deseando conocer a mis compañeros de cuarto. Estoy seguro de que esta especie de separación nos va a venir bien a los dos y de que pronto él también se dará cuenta también.

Entro a la habitación y compruebo que mis otros dos compañeros aún no han llegado. Es una pequeña cabaña pero acogedora. Hay tres camas, un baño y una mesa con tres sillas. Bueno, sin contar con los armarios y algún que otro mueble pero poco más. Aprovecho que estoy solo para escoger mi cama y mi parte del armario. Cuando he terminado de organizarlo todo, me tumbo en mi nueva cama y me acomodo cerrando los ojos. Pero cuando estoy a punto de pillar el sueño, alguien irrumpe en la cabaña. Mierda, se me olvidó cerrar del todo.

Illo, tenemos que hacer algo para que nos pongan en la misma cabaña. ¿Cómo son tus compañeros? ¿No han venido aún? ―Cómo no, se trata de Hugo, menudo sobresalto me he llevado.

―Tío, no entres en cabañas ajenas sin llamar. ¿Y si estoy en pelotas?

―Ni que no te hubiera visto antes, si hemos crecido juntos, ¡no me seas! Tío, en mi cabaña son todos muy raros. Cuando he entrado había un chaval tocando la guitarra sentado en una cama, otro mirándole atentamente sentado en la de enfrente, y, ¡no te lo pierdes! ¡Había un chaval andando haciendo el pino que ha levantado una mano para saludarme! Ahí está todo el mundo pa allá... Yo me quedo aquí, ¿eh?

―No ―sentencio mirándolo mal por primera vez en todo el día―. Tienes que conocer a tus compañeros y no estar siempre pegado a mí, ¿no te das cuenta?


Hugo

Miro a mi amigo sin comprender qué está pasando ni porqué me habla así. De pronto, noto como si se me formase un nudo en la garganta y las palabras no salen. ¿Por qué se pone así?

Intento respirar para calmarme y poder hablar, pero no puedo. Lo único que se me ocurre es salir corriendo. Por el camino casi me topo con un compañero de mi cabaña.

―¡Perdona, chico pino! ―Exclamo mirando hacia atrás pero sin pararme.


Nick

Veo correr como una bala a mi compañero de cabaña y me encojo de hombros como respuesta. Parece majo, la verdad. Continúo mi paseo mientras observo todo lo que hay a mi alrededor. Es bonito y relajante este lugar. Y sobre todo, lo más importante, vamos a pasar unos meses increíbles haciendo lo que más nos gusta: cantar.

Me doy cuenta de que otro chico sale de la cabaña desde la que corría mi compañero. El otro joven no se mueve de la puerta pero niega con la cabeza. Espero que no haya malos rollos. Continúo dando un paseo pero me paro en seco. No puede ser posible...

―¿Eva? ―Pregunto en cuanto la veo y he asimilado que es ella.

Verano inolvidableWhere stories live. Discover now