III - Noticias de Extrema Importancia

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Taka se despertó acongojado sin saber dónde se hallaba, le dolía todo el cuerpo y sobre él divisó borrosamente a un hombre viejo y canoso de rostro amable y regordete que lo observaba atento.

—¡Ya estamos despertando! —exclamó afable mientras le pasaba un paño húmedo por sobre la frente y apartaba una intensa y aromática sustancia que aparentemente le había hecho aspirar. Olía un tanto similar al jengibre.

—¿Dónde... dónde estoy? —preguntó Taka con una profunda voz mientras trataba de esclarecer sus ideas. Sonaba ronco, como si su garganta hubiera pescado un severo resfriado.

—Estás en Drogón, el reino de...

—¡Había un niño! —exclamó confuso— Una... una especie de ángel... muy... muy hermoso —entrecerró los ojos— Tenía los labios negros —agregó tratando de hacer memoria— ¿No estoy muerto, verdad? —preguntó asustado.

—¡Ja! —rió el maestro Peter apartando el paño húmedo— ¡No todavía! Pero has tenido suerte de que el niño te encontrara ¡Es bonito sin duda! Pero a veces puede llegar a ser un dolor en el trasero... Ahora mismo está castigado toda la semana por haberse escapado ya estando previamente castigado ¡Y probablemente le den más! —agregó— Y no me malentiendas... adoro al muchacho, pero castigarle supone tenerlo bajo estricta vigilancia más doble lección ¡Doble evaluación! Y a mis años comprenderás que...

—¿¡Dónde dijiste que estábamos!? —interrumpió repentinamente Taka despertando de aquel aletargado trance en el que había sido inducido.

La sustancia que le había hecho aspirar aquel anciano le había dejado un amargo sabor en la boca, sin embargo, parecía haberle activado todos los sentidos. Se incorporó en la cama expectante, las horribles imágenes de la caída de Lobozoth, las horribles criaturas que había visto y su posterior escape hacia Drogón lo habían asaltado de golpe.

—En el castillo de Drogón —respondió el maestro un tanto intimidado ante el imponente porte y musculatura de su misterioso huésped.

Aquel hombre podía matarlo de tan solo un golpe si quisiera y no tenía idea de qué clase de persona podía ser. Perfectamente podrían haber estado albergando a algún bandido disfrazado de caballero. Y aunque alcanzase a gritar, era evidente, por las portentosas características de aquel hombre, que los guardias apostados al lado afuera de la puerta no alcanzaría a interceder... al menos no lo suficientemente rápido. Había sido estúpido despertarlo sin tomar las debidas precauciones.

—¡Cuna y hogar del venerado rey Edón, el grande! —agregó a modo de escudo.

Al menos así aquel hombre tendría claro que si intentaba hacer algo indebido de alguna u otra forma terminaría pagando.

—¡Necesito hablar con él con la más absoluta urgencia! —exclamó saliendo de la cama.

Estaba solo con ropa interior, le habían curado las heridas. El maestro le señaló unas sencillas prendas que tenía a su lado. De su armadura ni señales. Tomó la ropa sin siquiera prestarle atención y se la puso a toda prisa saliendo veloz hacia el pasillo. Los guardias, dos hombres pequeños comparados con Taka, se le quedaron mirando con sorpresa, sin saber qué hacer. En tanto el maestro salió a la siga con diligencia.

—Espera, el rey... —intentó detenerlo.

—¿Dónde lo encuentro? —preguntó al verse desorientado en un lugar que no conocía.

Los guardias, aun confundidos, parecían debatirse entre intervenir o seguir manteniéndose al margen. Al ver que Peter le contestaba a aquel hombre con cierta naturalidad decidieron, para alivio de ellos, conservar su posición.

El Alzamiento De Las SombrasWhere stories live. Discover now