El comienzo

154 4 0
                                    

Todo vuelve, o eso dicen, y aquí estoy un lunes a las 8:30 de la mañana culpando al karma por quedarme dormida. Sí, dormida. Parece mentira que empiece el primer día de bachiller en un instituto nuevo y que llegue tarde. Todos mis miedos asoman en mi cabeza y comienzo a llorar, pero aún así me visto lo más rápido que puedo, cojo mis cosas y salgo volando hacía el instituto.

Menos mal que este se encuentra justo a una calle de mi casa, pero entro corriendo por los pasillos ya que tengo que encontrar mi nueva clase y voy tardísimo. Después de unos minutos, encuentro el aula, llamo a la puerta y con mi cara de recién levantada entro:

-Buenos días, ¿se puede pasar?- Todas las caras se vuelven hacía mí y yo me quiero morir en ese mismo instante.

-Claro, pasa.-Dice un hombre alto, y yo supongo que es mi nuevo profesor.

Entro y rápidamente diviso la cara de mi mejor amiga, está alucinando porque nunca suelo llegar tarde. Me siento detrás suya, se vuelve y en voz baja me pregunta:

-¿Qué te ha pasado? Me he asustado al no verte llegar, por eso te he llamado muy angustiada.

-Menos mal que me has llamado porque sino seguiría sobando.-Y es verdad, porque si ella no me hubiese llamado, yo no me hubiera levantado.- El despertador no ha sonado o eso creo. ¿Me he perdido mucho?

-No, no te preocupes, nuestro nuevo tutor es muy simpático, se llama Jaime.

Al igual que para mí es mi primer día en este instituto, para Mérida, mi mejor amiga, también lo es. Habíamos acordado anoche que entraríamos juntas para intentar no perdernos, pero aquí estoy, media hora después y sintiéndome culpable por no haberme puesto 30 alarmas.

A los pocos minutos me acerco a Jaime para disculparme. Está escribiendo en la pizarra nuestro horario por lo que no se percata de mi presencia hasta que le toco el brazo y se da la vuelta:

-Disculpe, no me ha sonado el despertador y por eso he llegado tarde, no es propio de mi, siento mucho haberle interrumpido para entrar...- Le digo excusándome como puedo.

-No te preocupes, yo hoy también casi me quedo dormido, pero por suerte he llegado a tiempo.- Me dice con una sonrisa. Así que me relajo, le sonrío a modo de disculpa y me vuelvo a mi sitio.

La hora transcurre y evito a toda costa mirar hacía atrás porque, quizás sea cosa mía, pero siento que todos me miran. Así que me paso la mayor parte del tiempo mirando a los profesores que hora tras hora voy conociendo, y de vez en cuando intercambio alguna que otra pequeña charla con Mérida y una amiga suya que me ha presentado, y que sinceramente me cae increíble. Termina la jornada y yo corro hacía mi casa en busca de alivio y descanso. Creo que he empezado con mal pie.

Me pongo a pensar en las vueltas que da la vida, mientras me tiro en la cama después de comer y escucho música. Hace menos de un año estaba deseando entrar en mi nuevo instituto porque Alex (mi novio en aquél entonces) estaba haciendo el bachiller allí, y yo loca de contenta también lo quería hacer en el mismo sitio, para que cuando él pasase a segundo curso, ya que él es un año mayor que yo, entrara a empezar mi bachiller. Después de todo lo que ha ocurrido entre nosotros, me apena saber que nos tendremos que ver todos los días nos guste o no, porque aunque seamos amigos, nos hemos hecho daño y encontrarme con él de nuevo me hace recordar mil cosas. Quería empezar esta nueva etapa dejando atrás el pasado, pero me parece que no va a ser posible. 

El día lo paso tranquilamente viendo mi serie favorita y al irme a dormir me propongo que al día siguiente tengo que cambiar el chip, conocer a mis nuevos compañeros, y ser yo misma sin temores.

Me levanto con muy buen humor así que me recuerdo a mi misma que puedo con todo y empiezo a arreglarme para irme lo más pronto posible. Y así hago, las clases empiezan a las 8:15 y llego como 10 minutos antes, lista para iniciar mi día con todas las ganas posibles.

No miento cuando digo que mi tutor es un encanto y un amor de persona, siempre está con una sonrisa en la cara, pero lo malo: es nuestro profesor de educación física, y no, a mí no me gusta nada el deporte. Pero a pesar de eso, hoy me he propuesto estar contenta así que intento hacer lo que nos dice lo mejor posible.

Durante el día hablo con muchos compañeros, en los cambios de clase nos contamos cosas sobre nuestras vidas y poco a poco hemos cogido un poco de confianza. Me da la sensación de que me voy a llevar bien con muchas personas, pero pronto me entra el miedo: no quiero que al conocerme, les pueda defraudar. Y así soy yo, intento parecer lo más segura de mí misma que puedo, pero luego no es así, y me derrumbo con cualquier cosa o pensamiento que puedan tener sobre mi.

La semana ha pasado muy rápida, ha llegado el viernes y ya tengo algún que otro plan para el fin de semana con Mérida y Eli (la amiga que dije que me caía muy bien), las tres nos entendemos de maravilla, y me han invitado a cenar con ellas y otros amigos esta misma noche. 

Realmente me gustan mucho las clases y hemos creado un "mini" grupo en el descanso del recreo muy bueno, ya que no paramos de reírnos y charlar. Me encanta saber que he congeniado con personas nuevas que están dispuestas a conocerme y además, he retomado amistades de hacía muchos años. En general estoy contenta y mi fin de semana lo voy a coger con mil ganas.

Son ya las 7 de la tarde, me pongo la mejor música para motivarme y comienzo a arreglarme.  Como es septiembre todavía hacer calor, por lo que estoy ansiosa por estrenar lo último que me he comprado en rebajas: unos vaqueros negros que me encantan, con un top de tirantes y unas sandalias con plataforma.

Suena en mi altavoz "mambo para bailar", canto y bailo como una loca y mi padre entra en la habitación:

-Eva ¿a qué hora te tenía que llevar?.-Me pregunta mi padre

-Pues en media hora, así que me voy a peinar y me acercas si puedes.

-Vale, venga, te espero.- Cierra la puerta y yo sigo cantando a pleno pulmón.

Llego unos minutos antes al bar donde hemos quedado, al rato Mérida, Eli y algunas personas más se acercan a mí, nos presentamos y nos sentamos en una mesa grande de fuera. En realidad había oído hablar mucho de los amigos de Mérida porque nosotras llevamos bastantes años siendo amigas, pero nunca habíamos podido coincidir hasta entonces. 

Estoy sentada al lado de Mérida y justo enfrente de Hugo, que claramente se distingue por ser el gracioso del grupo, eso me tensa porque no aguanto las bromas. No me había fijado en lo mucho que me estaba mirando hasta que me habla:

-Bueno Eva, cuéntame algo sobre ti.- Me pregunta con una cara que no logro descifrar.

-¿Qué quieres que te cuente?- Respondo sin muchas ganas.

-Pues no se, ¿sabes? te había visto un par de veces antes, pero nunca me había fijado mucho en ti, aunque por lo que veo eres un poco borde.- Su respuesta me cabrea, y mucho, odio que juzguen sin conocer.

-Pues yo por lo que veo eres un poco gilipollas, ¿no te lo han dicho nunca?- Respondo cabreada. Él se ríe y pronto siento las miradas de todos en nosotros dos y pendientes de nuestra conversación.

-Si te soy sincero, me lo suelen decir mucho, pero vamos mujer, no te pongas así, simplemente he dicho lo que veo.

-¿Sabes lo que creo yo? que calladito estás más guapo chato.- Le respondo guiñándole un ojo y con la chulería que puedo.

-¡Eso también me lo suelen decir mucho!- Se parte de risa y sus amigos le siguen.- Se que soy guapo, pero va, no quiero empezar con mal pie, ¿podrías perdonarme?.- Me mira con cara de pena.

-Supongo que sí, pero por favor antes de decir nada sobre mí, date un puntito en la boca.- Finalizo la conversación y él hace un gesto a modo de silencio.

La vida de EvaWhere stories live. Discover now