Todos tenemos un alma gemela, algunos sueñan y esperan encontrarla, pero, ¿que si solo los seres sobrenaturales pueden sentir cuando encuentran a su compañero?
Katherine sin buscar encontró a su alma gemela, pero, ¿que si él no la quiere por estar...
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•Narradora•
— Ya te he dicho que no, buscate a alguien más para molestar— Katherine rodea el cuerpo de la pelirroja, continuando su camino al jardín, lugar donde Enoch la esperaba.
Había pasado solo una semana desde el incidente con Olive, y como Enoch había dicho le contó a Alma Peregrine sobre la agresión que sufrió la rubia por parte de la pelirroja. Peregrine regañó a Olive y la castigó por una semana, justo este día su castigo había culminado.
— Es toda tu maldita culpa, de no haber sido por ti la señorita Peregrine jamás me habría castigado. Y sin ti sin duda Enoch ahora estaría conmigo.
La rubia para su caminar, se gira para mirarla y la apunta con su dedo de manera acusatoria.— No es mi culpa que la señorita Peregrine te hubiese castigado, fue solo tu culpa, recuerda; cada acción tiene su reacción.— De manera inconciente Katherine se acercaba a ella, Olive la miraba con temor— Además, ¡grabatelo en tu cabecita loca! Enoch no es un objeto, sabe tomar decisiones, no te pertenece.
— ¿Katherine?— La rubia se gira al escuchar la voz de Horace, el chico miraba con confusión a la rubia, su rostro estaba rojo, debido a la furia.
