Todos tenemos un alma gemela, algunos sueñan y esperan encontrarla, pero, ¿que si solo los seres sobrenaturales pueden sentir cuando encuentran a su compañero?
Katherine sin buscar encontró a su alma gemela, pero, ¿que si él no la quiere por estar...
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Cerré mis ojos y mis manos fueron a mi cara, estaba tan asustada, frustrada, preocupada y tenía frío.
Habíamos salido del riesgo que conlleva estar cerca del hogar, habíamos caminado cerca del lago ya que Víctor lo sugirió; estaba amaneciendo y el frío era terrible.
— Kathy, debes tranquilizarte, estas muy tensa— Víctor se pone a mi lado, posicionándo una mano en mi hombro.
— No puedo hacerlo. La señorita Peregrine está en peligro y también nosotros lo estamos.
— Lo sé, pero alterandote no vas a ganar nada— rodee los ojos.
— Cállate— dije sin ganas de seguir escuchandolo.
— Perdón, solo quiero ayudar— mordí mi labio, sintiéndome culpable. No debía desquitar mi frustración y estrés a una persona que no tenía la culpa de absolutamente nada.
— Lo siento— me disculpe— Tengo la cabeza tan revuelta, no quise hablarte así.
— Está bien, pero debes tranquilizarte por que puede hacerte mal tanto estrés— aconseja, da un apretón a mi hombro y se aleja de ahí.
Suspiré y dejé caer mi cuerpo a la arena, atraje mis rodillas a mi pecho y abracé mis piernas; debía buscar una solución.
— Katherine— escuché que decían mi nombre, me gire para encontrarme con Allison, la estúpida chica traidora. Me sentí orgullosa al ver los golpes en su rostro, sin duda hice un buen trabajo.
