Capítulo 19 (mini)

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La ama todavía.

¿Cómo no iba a hacerlo?, se preguntó sintiendo que casi le costaba respirar., pero seguía respirando. El amor podía durar más tiempo, aunque estuviera roto por un lado. Movió la cucharilla dentro del líquido blanco. Había pedido un té con leche. Aun así, no la ayudó a sentirse un pelín mejor. Sus pensamientos se volvieron más taciturnos.

- Chicas, no me puedo aguantar con la noticia. Tendría que haber esperado hasta que se anunciara en la fiesta de mañana - dijo de repente lady Thomas, la hija de lord Thomas.

- ¿Cuál es esa noticia? - la voz que inquirió esa vez era de lady Reed, una amiga de su círculo.

- ¿Tiene que ver con lord Myers bailara contigo dos piezas la semana pasada?

La señorita Stranford levantó el rostro, perdida en la conversación.

- ¿A quién?

- Dilo, Isabelle y acaba con esta incertidumbre - animó lady Reed.

La aludida con la mirada fulgurante de alegría inspiró hondo.

- Soy la prometida de lord Myers.

Ahí estaba la gran noticia. Gigi se alegró pero no lo mostró con tanto entusiasmo como las demás amigas que sí lo hicieron con aplausos efusivos y exclamaciones.

- Se sabía ya, tarde o temprano te lo iba a proponer. Era cuestión de tiempo de que lo hiciera - señaló otra joven de las que estaban presentes.

- Está enamorado de ti desde que te vio.

- Lord Myers - dijo con la mirada brillante -. Es el mejor hombre que he conocido. Es atento, gentil y... guapo. Lo tiene todo. No puedo estar más feliz.

- Va a ser la mujer más dichosa de todo Londres.

- Sí, lo vas a ser - Gigi intentó sonreír, aunque la sonrisa no le llegó a los ojos.

Sentía una opresión en el pecho, pero no lo demostró. Aguantó estoica delante de sus amigas, que estaban enormemente contentas y satisfechas. Tragó saliva y fingió expresar la misma dicha que ellas.

Un rato más tarde, cuando la hora del té se había acabado. Lady Reed y ella tomaron el camino de vuelta a sus respectivas. A unos metros de ellas, estaban sus doncellas, cotorreando aunque con voz baja y disimulada. En cambio ellas imperaba el silencio, que su amiga rompió, confesándole un secreto que no se imaginó.

- Lo que no nos ha contado es cómo ha conseguido su mano. Si te lo digo, ¿me prometes no contárselo a nadie?

- ¿De qué se trata? - no estaba muy interesada, pero no había otro tema del cual hablar.

- Disimula - esbozó una sonrisa -. Hacía unos días, mi doncella vio a la de Belle, comprar en una tienda muy particular. Nunca me lo hubiera imaginado de ella, pero lo hizo.

- ¿Qué hay de malo?

- Supongo que no hay nada malo en ir una tienda que lo regenta una mujer especialista en artes oscuras, misteriosas que escapan de nuestro control.

- Samantha... eso no puede ser.

- ¿Por qué no? - Reed amplió más su sonrisa -. No es una casualidad de que ya se han prometido en menos de una semana.

- Puede que se quieren.

El amor era así de caprichoso. Cuando Cupido lanzaba la flecha del amor hacia la persona destinada, ya ese corazón caía fulminado. Sino que se lo dijeran a lord Quinn, que todavía suspiraba por lady Sophie Rider. Trató de no ponerse melancólica.

- No lo creo. Llámame cínica, pero no creo que sean hayan enamorado en unos días.

- Bien que le has dicho lo contrario en la cafetería.

- No quería estropearle la ilusión - hizo una mueca -. Está en su derecho de creérselo como toda novia que se compromete con su pretendiente.

- ¡Sam! Eres incorregible.

- Bueno, podríamos nosotras ir también.

- ¡No, no!

- Vamos, Gigi. ¿Qué harías por el amor de un hombre?

Todo.

En vez de decirlo, se calló, cosa que aprovechó su amiga.

- No perderíamos nada en averiguarlo. Además, si es cierto, podemos hacerles varios encargos como pócimas de amor.

- Es una locura - cabeceó.

- Una locura que podíamos ganar mucho. Piénsalo. No seríamos más las solteronas del grupo.

Si fuera cierto, ¿estaría tentada aceptar la manzana del Edén?

Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora