Capítulo 32

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Estoy corrigiendo algunas cosas  de historias anteriores. Y vaya faltas!!!

🙈🙈🙈🙈🙈

Después de esto, os dejo con el capítulo!

😘😘😘😘😘

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Finalmente, la tensión acumulada y las emociones a flor de piel le pasaron factura. No lo pudo evitar; sus ojos se le cerraron y se quedó dormida en ese estrecho sofá, oyendo a la lejanía su música, que la envolvía como una caricia. 

Así la encontró, Oliver, después de haber dado ese concierto para los clientes. Tocó, pero no estuvo tan centrado. Pensó en ella, en su princesa, y en todo lo que le deseaba hacer. Aunque en su mente se imaginó mil escenas con ella, en ninguna, se le ocurrió que se podía haber quedado dormida. Cabeceó, incrédulo. Se le notaba que dormía profundamente porque no se despertó cuando se acercó. No le molestó, ni tampoco le decepcionó. La pobre había ido hasta allí para verlo, encontrándose con la sorpresa de que lo había visitado lady Rider. Era normal que necesitara "descansar" de toda esa carga inesperada.

Él, también, quería descansar. Pero no separado de su princesa.

Si su antigua amante la hubiera molestado, realmente se habría enojado con ella. 

 No había tenido un motivo real para haberle visitado, sabiendo que la relación estaba más que muerta. Solo había servido para echar sal a las heridas con su burla y su deseo de poderlo ver más a menudo en un intento de recuperar lo perdido. ¡Qué poco significado tuvo para ella el haberla querido! Ni siquiera lo podía respetar. O a su futuro prometido. Debería preocuparse más por él. No tenía ningún sentido de pedirle, de reclamarle. No era suyo. Ya no.

Miró el apacible sueño de la joven que la mantenía ajena a su escrutinio, y se sentó con las rodillas en el suelo, observando cada pulgada de su rostro, el abanico de sus pestañas castañas, sus cejas, las numerosas y diminutas pecas doradas que se asomaban tras la capa de polvo que se había echado para disimularlas y desperdigadas por su nariz y pómulos, su boca entreabierta que le llamaba a gritos besarla. Sintió una gran tirantez, ¡qué momento más oportuno!, puso los ojos en blanco, e ignoró dicha tensión en su cuerpo. 

Era un masoca; no se contuvo en acariciar su frente, su sien, su nariz hasta detenerse en la comisura de sus labios. Aún recordaba la sensación de sentirlos bajo los suyos, abriéndose y respondiéndole. 

¿Quién hubiera pensado que estaría postrado en sus pies sin haber movido un dedo para ello? Él no lo habría pensado, que aquella jovencita, de lengua pícara, le daría una lección que no estuvo preparado para recibir.

Respiró hondo y se aguantó las ganas de besarla.

 Tenía que hacer las cosas bien, se recordó, y no aprovecharse en su momento más vulnerable, como lo era su sueño. Intentó despertarla con un zarandeo suave, que lo único que consiguió fue un gruñido apagado.

- Georgina - se aventuró a decir su nombre -. Georgina, despierta.

Ella abrió los ojos lentamente, presa aún del sueño.

- ¿Por qué me despierta? - tuvo que cerrar los ojos para no verla desperazándose en el sofá como una gatita refunfuñando que no le había gustado que la despertara -. Déjeme un poco más.

- No sabía que fuera muy perezosa - contó hasta diez segundos para intentar no caer en la tentación de mirarla y sentirse totalmente perdido.

Luego comprobó que su pulla cayó en saco roto.

¡No se lo podía creer! 

- Georgina, no puedes quedarte aquí. Creo que debería llevarte a casa - su cuerpo protestó, su corazón, también lo hizo.

La joven bostezó y lo miró con los ojos entrecerrados.

- Mi familia piensa que estoy con Sam - aún estaba adormilada -, bueno que voy a pasar con la noche con ella.

-  Samantha no está.

- Exacto, y si me disculpa, quiero dormir un rato más - como si no hubiera entendido su intención, le dio la espalda.

- Lo hará en mi casa - la alzó en sus brazos con una facilidad que ella se quedó con los ojos abiertos -, aquí no podemos permanecer.

Se encogió de hombros y se abrazó a él, cobijando su rostro en su cuello, encantada con el cambio de lugar. Oliver se detuvo unos segundos. Su aliento le estaba acariciando y provocándole deliciosas cosquillas. Ella ni se inmutaba. Apretó más el cuerpo y salió de allí por la puerta trasera no sin antes de asegurarse si le había olvidado algo o no. Sus pertenencias las podía recoger mañana. Se fijó que su dama no había traído ninguna bolsa. 

Bien, estupendo. Una cosa menos que no se tendría que preocupar. Por suerte, su casa no estaba lejos de allí. Así que no encontró dificultad en llevarla en brazos. Solo había un pero. 

La noche... iba a ser muy larga.




Mírame a mí  © #2 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora