No vamos a hacer ningún ruido cielo.

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#Mía

Después de haber dormido cuatro escasas horas me levanto de la cama sin despertar al chico que está a mi lado, al mismo chico por el que renunciaría a cualquier cosa. Aunque fuese la cosa más hiriente del mundo.
Camino descalza sin importarme el frío del suelo hasta las zapatillas de Marcos que se dejó anoche en el baño, me las pongo a pesar de lo mal que camino con ellas por lo grande que me quedan y me dirijo al balcón. Apenas queda restos de nieve en el suelo, por lo que salgo fuera tras cerrar la ventana de la habitación con el mayor cuidado posible. No quiero despertarlo.
Mirando el amanecer me pregunto si estoy feliz con mi vida, si realmente estoy haciendo lo correcto o si voy a estamparme en el momento menos esperado. Sé mejor que nadie lo que supone estar con un chico como el mío y quizá por eso mismo, porque sé lo que supone, estoy hoy aquí planteándome si es hora de abrir los ojos o si prefiero seguir caminando a ciegas.

-Ay Marcos. ¿Qué tienes que me vuelve loca? - me digo a mí misma. Apoyándome en el muro empiezo a pensar en todas las cosas que me hace sentir, en la adrenalina que siento cada vez que salgo con él, en la electricidad y el ambiente que se forma cuando me toca, en cómo me ruborizo cuando me dice lo guapa que soy, como si él mismo no fuese consciente de que podría ser modelo de Calvin Klein. Sin embargo, estar con Marcos era como firmar un contrato a largo plazo en el que él era quien podía llevar a cabo la anulación. Estar con él me suponía quererle sin medidas, quererle aun sabiendo que cualquier día podía llegar casi sin moverse a causa de alguna pelea, quererle aun sabiendo que podía tener un accidente en las carreras, quererle a pesar de que no iba a ser nunca madre si seguía a su lado, quererle incluso sabiendo que en cualquier momento podía cansarse de mí.

-Vaya, no me importaría ver esto más a menudo- aparto de mi mente todos mis pensamientos en cuanto escucho la voz de mi novio tras de mí- desde luego que tú, con mi ropa y el sol al amanecer... es algo digno de admiración. Ni el mismísimo Cristian Grey ese que os tiene a todas las tías locas tiene la suerte que tengo yo.

-Así qué Cristian Grey ¿eh? - le digo divertida mientras me giro. Me encanta verle así de contento, tengo la sensación de qué últimamente siempre hay algo que nos mantiene tensos.

-Bueno, a mi madre le encantaba leer los libros esos- me río. No me extraña, Eva tenía un alma joven, casi adolescente podría decir- una vez se fue con sus amigas al cine al ver la película y luego se tiró toda la noche contándole la historia de ese tío a mi padre.

- ¿No la has visto? - No me lo puedo creer. Cristian Grey podría ser su primo. Si no fuera porque Marcos no tenía ningún trauma, podrían ser primos.

-No.

-Pues deberías.

-Nena, para qué quiero ver a ese tío... estoy seguro que en la cama yo soy mucho mejor.- Ah no, claro que Marcos no podría ser su primo porque su gran ego acabaría con cualquier vínculo familiar entre ambos.

-Guarda tu ego para otro momento, campeón. - Le doy una palmadita en el hombro mientras que paso por su lado. Por mucho que nos esté dando el sol, cosa que agradezco, llevo tan poca ropa que puedo notar el frío de la nieve que cayó anoche calando en mi piel.

- ¿Eso es todo? ¿Ni un besito? - me sigue a medida que me adentro en su habitación- No sé, un "Buenos días guapo", o un "Hola mi amor ¿qué tal has dormido? - me río mientras le veo dramatizar. Su boca se curva en una sonrisa vacilante mientras me habla, y eso solo le hace más atractivo.

-Buenos días cielo, sé que has dormido bien. Sé que duermes bien. - Él me mira extrañado- Si no duermes no rindes después en el sexo. Y ese no es tú estilo. - Le digo mientras rodeó su cuello con mis brazos.

-Ahí le has dado. - Sonríe y me besa con posesividad. Arrogancia y posesividad, muy característico dé él.

-Emm... creo que me voy a dar una ducha- me acerca aún más a él si es que es posible.

- ¿Sola? ¿Qué chiste tiene eso? - yo me separo de él dirigiéndome a hacia la ducha mientras me río. A veces tiene unas cosas...

- Mi amor, sola, como he hecho estos 18 años atrás- le respondo mientras me adentro en la ducha. Necesito calentar mi cuerpo, hacia demasiado frío ahí fuera.

-Ah no, pues no te preocupes que eso no va a pasar más. No puedo permitir que te pase algo, todo sea por tu seguridad- cuando me quiero dar cuenta su voz ya está dentro del baño.

- ¿Marcos? - giro mi cabeza y le veo frente a mí desnudándose.

-No sabes lo que le agradezco en este momento poner alrededor de la ducha el cristal. Nada de materiales de esos que difuminan a la persona, esto es mucho mejor, verte mojada incluso antes de estar a tu lado.

-No, no, no, no, no- le digo nerviosa mientras pongo mis manos en su pecho intentando que no entre- Están tus padres y tus hermanos abajo, o en cualquier habitación cerca de nosotros.

- ¿Y? - me desafía mientras me quita las manos de su pecho y me acerca a él impulsivamente. Estamos piel con piel.

-Que nos pueden escuchar Marcos, no quiero que tu familia nos escuche fo- de nuevo me vuelve a interrumpir.

-También escuchará el servicio- me besa el cuello e inmediatamente cierro los ojos. No tengo ningún control sobre mi cuerpo cuando se trata de él.

-No quiero que nos escuchen Marcos. ¿Cómo voy a mirar a tu familia después de esto?

-No te van a escuchar cielo. No vamos hacer ningún ruido. - Me pone una mano sobre la boca mientras que baja la otra por mi abdomen. Ya no soy capaz de decir que no.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora