V

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Todo le dio vueltas cuando decidió abrir los ojos. Sintió temor al verse en un lugar desconocido. Estaba tan desorientada que al escuchar unos pasos a su lado casi se cae de... ¿la cama?

—Tranquila, alteza. Está en sus aposentos —dijo una viejita, pero esos no eran sus aposentos—, necesita comer algo.

Sobre sus piernas apareció una bandeja con un delicioso desayuno. Claro, el día anterior no había comido. Recordaba que estaba esperando, cuando de pronto... el vestido... el velo... esos ojos...

—¿Qué... pasó?

—La encontré en unas escaleras, llamé a su Alteza Imperial, y la trajeron. El doctor dijo que estaba agotada, y su amiga nos informó que no había comido nada —dijo la anciana, creyendo que se refería a otra cosa.

Comió con todas las ganas del mundo. Al terminar pudo notar que estaba aún metida en ese condenado vestido. Decidió darse un baño y reflexionar.

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No lo había visto en todo el día. No hubo noche de bodas, ni buenos días, ni nada. ¿En dónde había pasado la noche él? ¿compartieron la cama? Estaba harta. ¿Qué seguía? ¿Cuál sería su función ahí?

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Bajó a la hora del almuerzo, allí estaba su padre. Decidió acercarse.

—Padre...

—Sakura, ahora no es el momento. Almorzaremos con toda la Corte, te presentarás formalmente como la nueva reina del Hielo, y después me iré —Una tormenta se desató dentro de ella.

—Nunca me dijiste que veníamos a esto...

—Ahora no es el momento.

Ambos sabían que nunca lo sería. Nunca hay tiempo para lo que no interesa.

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La Corte era feroz. Estaban furiosos. No habían sido consultados para semejante evento, y no era para menos. Ahora la hija de un casi enemigo era su reina. Una —sucia— extranjera ocupaba uno de los cargos más importantes de dicha Corte, por encima de los nobles que tenían un largo linaje en el Hielo. También estaban furiosos los que tenían hijas jóvenes, pues todos esperaban que el rey se casara con una de ellas. La chica de cabello rosado prácticamente le había usurpado el trono a todas las nobles prometedoras del reino.

—Ustedes no solo están hablando de mi hija, sino también de su nueva reina —había intervenido Danzo, defendiendo su casta.

—¡Una reina de 18 años! Lo que faltaba. Ya teníamos bastante con un rey de 21, inexperto, pero ahora a la cabeza estará esta... niña —exclamó rojo de ira Kabuto, uno de los nobles.

—No se equivoque. En mi gobierno he llevado las cosas correctamente, recuperamos los dominios perdidos durante la ausencia de mi padre y mi hermano. Tampoco es la primera vez que el Hielo es reinado por un rey joven; incluso menores que yo —contestó el rey con la voz tan calmada y baja que intimidó a más de uno—. Soy un Uchiha, seguiré llevando las riendas en el gobierno mientras ella obedecerá lo que yo diga. Yo soy el rey.

—Y ella la reina, muchacho —Danzo susurró irritado.

—Y mi esposa. Su deber está en servirme, de eso se trata el matrimonio.

—La Hoja no está dispuesta a ser la sumisa de un niño.

Sakura solo quería desaparecer. Estaban decidiendo su vida entera frente a ella, todos la odiaban y la miraban, y no era capaz de hablar.

—No dije eso. Señores, esta unión nos beneficia a todos. Ambos reinos son más fuertes juntos, obtendremos los dominios de las tierras medias. Eso son más impuestos y más recursos —la Corte se encontraba en silencio, meditando aquella información. Era verdad, pero...

—¿Cómo podemos confiar en ustedes? —preguntó el jefe Hyuga.

—Les he entregado a mi más grande tesoro... Mi hija —dijo con la vista puesta en Sakura. Ella estaba de piedra sin saber cómo sentirse al respecto. Era la primera muestra de afecto público que había recibido de su parte, y la solemnidad en sus ojos al decirlo podría haber engañado a cualquiera que no hubiese sabido lo distante que era su relación padre-hija—, sabemos que fue repentino, pero este matrimonio será exitoso y los frutos los verán todos.

Sasuke, quien estaba en la cabecera de la mesa, agarró la mano izquierda de su esposa frente a todos. Necesitaba convencer a esos buitres de que sabía lo que hacía.

—Mi esposa y yo no somos cualquier matrimonio. Nuestra vida no nos pertenece. Mi vida es este reino, y la de ella, la Hoja. Desposarnos significa que ahora también a ella le importa este reino, y al revés. Después de todo, ustedes lo saben, todo rey necesita una reina.

Ella miraba hacia abajo, abrumada por ese extraño aleteo que le producía su tacto. "Son los nervios", se dijo.

—Yo... prometo que no los decepcionaré —dijo ella. Nadie estaba seguro de ello.

Y hacían bien en desconfiar. Nada sería como antes.

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Pronto abriré una cuenta en Instagram para subir allí los fanarts que estoy haciendo. Me gusta dibujar, y he pensado que con los dibujos puedo ambientar más la historia. Estoy trabajando en una nueva portada, una dibujada por mí, y espero que les guste. Cuídense mucho, y gracias si llegaron hasta aquí <3

El hielo también quema [SasuSaku]Where stories live. Discover now