XVI

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A veces una planta echa pequeñas raíces como promesa de vida y esperanza. Almas nobles miraban hacia la Grustveria con la luz de esa promesa en la mirada.

Pero hay tierras tan áridas y violentamente frías en donde aquello no puede ser.

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Uchiha Sasuke era un hombre fuerte y de muy buena salud. Su recuperación fue sin contratiempos y antes de lo esperado ya estaba bien. Los ciudadanos de Indragrado se reunían a diario en las plazas para recibir noticias de su rey. Los oradores habían sido reemplazados por los nuevos, anunciaban noticias de interés como quiénes eran destituidos de cargos públicos y quiénes los asumían, comenzando por el General Nagato Pain. Al principio todo esto era tomado con recelo puesto que las destituciones de un momento a otro se efectuaron masivamente, pero los oradores eran tan carismáticos que pudieron lidiar con ello. Toda la atención se desplazó hacia el estado crítico de su monarca. Un sentimiento colectivo de preocupación y añoranza de su presencia se fue moviendo sobre las masas como un vapor caliente que los hacía aclamar. ¿Qué sería de un pueblo sin su querido rey, sin la dinastía que los cobijaba paternalmente desde que la antigüedad es antigua?

Como corderos se apiñaban en las plazas empedradas y nevadas y pedían casi a gritos más y más detalles. Los oradores tuvieron mucho más trabajo que los antiguos, se reunían a las diez de la mañana y a las cuatro de la tarde para soltar a la gente bocados de noticias, a veces triviales, como cuál era el semblante del Uchiha de ese día, si pudo comer sus cuatro comidas del día, si lo hizo solo, y por supuesto, quién lo cuidaba. Tales eran las ansias del pueblo por mantenerse informados.

Algunos astutos notaron que por más amoroso que fuese el pueblo, este trabajo era arduo no solo para los oradores, quienes bebían a borbotones el sagrado liker para mantener sus voces fuertes, sino también para ellos mismos, pues estar en las plazas de pie era agotador. A veces nevaba demasiado y la gente sentía que se perdía de algo importante desde sus casas. La necesidad de información se hizo voraz.

Los astutos convencieron a algunos soldados del palacio de que dieran alguna información exclusiva. Con lo que consiguieron hicieron que niños comenzaran a hacer folletos a mano a las dos de la mañana, tantos como pudieran, y los repartieron a las nueve por todas partes. Tiempo más adelante los hombres de Suigetsu Hozuki le informarían de esto a los hermanos Hozuki y a Neji Hyuga, y aunque Neji y Mangetsu hubiesen tomado medidas drásticas, pues ambos se encargaban de la seguridad e información y les preocupaba esa filtración, el joven Suigetsu mostró que no lo habían elegido para dirigir la División de Imagen Real por nada. En ese futuro no tan lejano al de nuestro relato, el Hozuki menor habría de llamar a los pobres hombres, les daría un susto y luego se reiría en sus caras para ofrecerles el negocio de sus vidas: masificar lo que hacían y hacerlo oficial. El sello real estaría en cada uno de esos folletos, podrían cobrar por ello a las familias que desearan saber las noticias de su querido monarca. Serían financiados por la misma División que él comandaba, recibirían las noticias de primera mano y así todos estarían felices. Los oradores podrían seguir trabajando aunque ya no cargarían con todo y los folletos tendrían que encontrar la manera de circular por todo el Hielo.

Aquello fue audaz de su parte pero era tan carismático y vivaracho que logró convencer hasta al miembro más anciano de la Corte. Suigetsu parecía un adulto joven anquilosado en una adolescencia eterna, irresponsable y juguetón, pero había sorprendido a todos mostrando ser también un visionario. Lo único que le faltó fue ponerle el nombre de lo que nosotros conocemos como periódico.

Sin saberlo había comenzado contundentemente con la prensa. Su invento más genial, sin duda. El que llevó adelante el proyecto real.

Y el que lo condenaría tiempo después.

El hielo también quema [SasuSaku]Where stories live. Discover now