VIII

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El general Choza Akimichi del ejército se acercó a la mesa del rey, vistiendo su uniforme. Se saludaron y comenzaron a hablar de ese asunto picante del cual debían ocuparse. Sasuke quería un informe que él se encargó de darle resumidamente, puesto que más allá de esa solitaria mesa había una fiesta.

—El frente suroriental es un caos, para ser sinceros. No contábamos con que los aldeanos se comportaran de esa manera.

—¿De qué manera?

—Esas son las noticias que tenía que darle... Perdimos Urdovia.

—¿Urdogrado?

—Son Urdovia otra vez. —Sasuke se levantó bruscamente deseando gritarle a todos que se fueran.

—A mi oficina.

Algunos notaron cómo se iban antes de lo previsto. Al llegar a la oficina a grandes zancadas, el rey Sasuke y su general se hicieron a cada lado del mapa inmenso que reposaba en una mesa central. En la emergencia no se le ocurrió llevarse a Naruto, y eso lo estaba irritando aún más.

—¿Cómo pasó? Hace un mes estaban poniendo la bandera —dijo con tono amenazante e irritado.

—Hemos tenido un avance rápido sobre el sur, es verdad, pero debe entender que eso también trae precariedad. Establecer la autoridad es una tarea delicada, y los sureños resultaron ser bastante rebeldes. No solo lo digo por los pueblos nuevos de nuestro Imperio, sino por los antiguos; supongo que sabe de qué hablo.

—Continúe.

—Perdimos cerca de 5.000 hombres en un intento por tomar el pueblo siguiente, Tolsovia.

Sasuke sentía que se le hundía la vida. ¿Cómo había pasado? Comenzó a dar vueltas en la oficina, ansioso y necesitando explicaciones. No sabía en qué momento se pondría a vociferar como un tigre.

—Tolsovia es un pueblo mediano, ¿correcto? Mire el tamaño en el mapa —dijo en un tono demasiado bajo y calmado, como una pre-tormenta—, no tiene un ejército, apenas una guardia campesina, ¿me equivoco?

—Correcto.

—¡¿Entonces cómo es que se murieron tantos? Dígamelo! —exclamó golpeando una mesa. Choza sudaba. Su rey se iba a morir.

—Urdovia... se reveló, las mujeres envenenaron la comida que nos daban. Empezamos a notar que muchos enfermaban, y creímos que sería algo del sur, una enfermedad típica, pero comenzaban a morir. Unos hombres descubrieron a varias mujeres cocineras poniendo cosas en la comida; fueron decapitadas pero para entonces todos estaban hambrientos y no había qué comer. Tuvimos que retirarnos.

Sasuke procesaba la información. Ellos, el ejército más temido del mundo, obligados a retroceder por unas campesinas. Eso era algo que no podía permitir, menos en la guerra que planeaba dar.

—General Choza, queda destituido definitivamente de este cargo. Entregue sus insignias y váyase para siempre.

.

Caminaba llenándose de fango las botas y el pantalón. Por fortuna usaba ropa adecuada para esa tormenta. Necesitaba un caballo, pero era difícil conseguirlo en un lugar como la Grustveria, tan inhóspito y desértico. Llegar hasta allí había sido el desafío más grande de toda su vida, una proeza teniendo en cuenta que estaba solo y no tenía dinero, todo lo ganaba en tareas que le permitían vivir al día y seguir. Llevaba años así, recorriendo el mundo. Había podido conocer muchas cosas, ver tantas otras y descubrir que no pertenecía a ningún lugar, no aún.

Él, de un pueblito eternamente lluvioso, nunca había tenido un hogar. Huérfano, sobreviviente, sin más razones de las que se inventaba para vivir. Con el tiempo supo que ese no era el lugar en donde quería estar, detestaba el agua moviéndose, pues le recordaba el eterno movimiento necesario de las cosas. Nunca era suficiente con tener un pan en la boca, no para los humanos. Por alguna inquietante razón siempre debía haber algo más y eso le molestaba. Cuando supo que había un lugar en el mundo en donde el agua se congelaba y no se escurría precariamente entre los dedos, de inmediato alistó su viaje. Después de todo, alguien que nunca tuvo una casa podía elegir a dónde pertenecer, ¿no?

El hielo también quema [SasuSaku]Where stories live. Discover now