XVII

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Avanzó hasta donde estaba ella, la reacción de sorpresa era la esperada. Lamentó realmente no tener un plan, pues una cosa era mentirle a Naruto —eso también lo lamentaba— y otra muy distinta era... eso que tenía que hacer. Seguía sin tener ni idea. Comenzaba a molestarle la cantidad de nuevas ocasiones en las que tenía que ponerse en ridículo. En ese corto tramo de pasos seguía preguntándose si no habría otra posibilidad. Se plantó delante de ella a una distancia prudente sin saber qué decirle. Ella estaba igual, pero él no decía nada, ¿debía preguntar...?

—Naruto no pudo venir.

—Oh, entiendo... —Sakura intentó ocultar su decepción. Se giró hacia la mesa en donde estaban sus cosas y comenzó a recogerlas. Sentir el silencio y la mirada de él era inquietante, ¿qué pensaría de su nueva actividad? Esperaba que no dijera nada al respecto.

La parte que Sasuke más odiaba de las conversaciones era que las personas no podían leer su mente, siempre tenia que decir lo que quería que el otro entendiera. Es decir, de plano le era un fastidio. Si tan solo las personas captaran todo un mensaje sin tener que abrir la boca...

—Por hoy me pidió que lo reemplazara, ¿qué tanto han avanzado?

Sakura se puso rígida aún dándole la espalda, sus manos sosteniendo en una postura pausada los objetos. Menos mal no estaba de frente, o su expresión de asombro —asombro de veras— podría hasta haber sido grosera. ¿Él en serio estaba ahí? Habían tantas implicaciones en eso. Sabía lo ocupado que era, lo serio, asocial, cerrado e impaciente que era. Lo poco que sabía de él le ayudaba a imaginar que seguramente estaba deseando cortarse un dedo con tal de estar en otro lado haciendo otra cosa, ¿entonces qué hacía ahí?

Todas las razones que se le ocurrían eran descabelladas. Las únicas dos que parecían más probables eran también increíbles: él estaba ahí porque su amigo le pidió el favor y él no se puede negar a un favor, o él estaba ahí por su cuenta también, porque quería estar con ella. Risibles. Le dio vueltas y vueltas al asunto, lo armó y desarmó. ¿Por qué siempre la sorprendía? Incluso cuando ya sabía qué esperar de él, iba y cambiaba la dinámica. Dejó de meditarlo cuando lo escuchó carraspear desde atrás.

—Oh, bueno —dijo volteándose—, esta iba a ser la primera sesión.

Así que sería desde cero... Maldijo todas las veces que pudo la hora en que se le ocurrió hacer eso. Ni siquiera lo había pensado, tan pronto como Naruto dijo "Sakura" su cerebro le había ordenado que hiciera algo al respecto, sin plantarse a pensar qué. Ahora, por culpa de su maldito lado impulsivo tendría que lidiar con ello e improvisar.

¿Cómo se enseña a leer...? Su molestia iba en aumento. Tenía serios prejuicios sobre las capacidades femeninas para ciertas cosas. No es que las considerara inferiores especialmente —no, él creía que todos eran inferiores a él sin pararse a pensar en qué genitales poseían—, pero siempre había creído que las mujeres eran buenas para unas cosas y malas para otras. Casi se prometió abandonar la enseñanza si ella no le seguía el paso pero recordó que no podía retroceder ahora, no cuando tenía una misión. Era malo fingiendo, pero fingiría que soportaría cada desacierto como si de verdad...

Abrió uno de los libros que ella tímidamente le ofreció. Era el mismo libro que su hermano había usado para enseñarle a él... En ese instante miles de emociones lo golpearon, como un baúl viejo abierto que suelta el polvillo que solo se asentará a su tiempo. Casi fue como una ofensa que lo tuviera ella, que se lo diera con esa expresión ignorante del verdadero valor del libro y de los secretos de infancia que contenía. Era parte de su intimidad.

Tuvo que reprimir el enojo que surgió como producto de la última etapa de ese golpe de recuerdos. Debía tener en cuenta que estaba ahí para algo y que ella no sabía nada de él como para entender el por qué de su repentino humor, sería raro y desfavorecedor solo empezar a demostrarlo.

El hielo también quema [SasuSaku]Where stories live. Discover now