Jacarandá

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Baja el sol tiñendo el cielo, bañando de luz las copas de los arboles, cegando los ojos que miran desde el puente aquel horizonte. La atmósfera pasa del naranja al azul profundo lo que demora en salir la primera estrella. Las Sierras Chicas forman un bello fondo a la lejanía.

Por Colón un transito infernal, todos tratando de llegar a casa, se termina la jornada hasta la mañana siguiente.

Y allí estoy, en una parada a las 19:36 sin poder distinguir los números de los colectivos por dejarme los anteojos sobre el escritorio en casa. Disfrutando la ciudad en sus horas ventosas, cuando el aire  ingresa en mis pulmones en cada inhalación profunda. Aunque soy incapaz de sentir la mayoría de los aromas con mi nariz congestionada por la alergia, quizá sea lo mejor, no me arruina el escenario. 

Un buen presentimiento acompañado de música, guitarra y letras de Sabina. Dejando atrás lagrimas, angustias y estrés de días ya pisados. 

Amo Córdoba cuando florece el Jacarandá al costado del "Normal" o "Carbó" sobre Avellaneda, me recuerda mis años de guardapolvo blanco. El paseo de las pulgas pulula en Güemes al borde de la cañada, las Tejas llenas de mates y en la Leona se juega al quemado. 

Córdoba, mi ciudad.     

Ensayos de Cuatro EstacionesWhere stories live. Discover now