Autorretrato

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Mañanas de invierno gélidas y oscuras. Debajo de un fino cubrecama observo el reloj colgado en la pared sobre el escritorio, no sufro el frío ni tampoco arrancar los días a las 6. Pero todavía faltan 10 minutos, el placer de remolonear con el velador prendido. Y es cuando reflexiono "cada decisión tomada, buena o mala, fue la que me trajo a donde estoy, por lo tanto, puedo concluir que fueron acertadas... después de todo soy feliz".

Tengo 27 años, mi trabajo es algo inestable, hace un año y medio decidí volver a estudiar. He crecido en estos últimos meses más que en los 6 años que le siguieron a mi primer y único título universitario. Estancamiento total. Me encuentro tan ajena y distante de la figura que había proyectado durante mi adolescencia sobre mis primeros años de adultez. Y es que en mi depresión daba golpes al aire luchando contra la quimera del amor. Me sentía tan sola como lo estaba en la cruda realidad. Hasta que llegó un día, al que no puedo fijar en el almanaque, en que me aprendí a leer en voz baja, con todos mis subtítulos y comentarios del director. Cuando me conocí, dejé de sentir soledad, disfrutaba de mi propia compañía, alegría que compartía periódicamente con los demás.

A veces estudio y leo mientras tomo unos mates, hasta que llega la dichosa hora de trabajar, últimamente salgo a caminar hasta que amanece. La cuarentena, resultado de una crisis pandémica, desde mi punto de vista deja relucir lo que hay dentro de cada persona. Algunos se sienten sofocados, otros agravian, la histeria, los nervios, estrés, en cambio están los que no sienten la diferencia. Personalmente he descubierto mi capacidad de adaptación.

Soy dueña de mi presente y protagonista de mi vida. Ahora me cuido, pasé de llamar "gasto superfluo e innecesario" a "inversión" la adquisición de productos para la piel y alimentación saludable. Lo que es crecer.

Así voy pintando mi autorretrato con palabras sobre el papel. Descubriendo la esencia de mi ser, la sustancia que compone mi psiquis. Por decantación, diría mi madre: "cae de maduro". Que excelente metáfora, cae la fruta cuando esta madura. Y es así, los conceptos vagos van siendo los pocos que quedan en el rincón del corazón. Ya no inflo los números con levadura. Me quedo con lo poco de la harina fina y pura, resultado de la molienda de mi sinapsis. Quedará poco en el resultado, pero es de la mejor calidad. Eso lleva a la seguridad personal.

Me acomodo a mi lugar en el mundo y lo decoro a mi gusto y placer. Lo ordeno a penas me levanto alrededor de las 6. 

Ensayos de Cuatro EstacionesWhere stories live. Discover now