Pentagrama

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Lo admito... sabía leer pentagramas. Lo básico, pero sabia. Siempre y cuando estuvieran en Sol mayor. Las notas, los tiempos, los silencios, etc. Ya no lo recuerdo, pero esa es otra cuestión. Así mismo de saber leer a interpretar en cualquier instrumento o cosa que reprodujera un sonido y de ahí crear música... NO...

Entonces es cuando te preguntan, ¿pero sabes leer pentagramas; sí o no?

Sí, sé. Lo que no sé, es tocar instrumentos. No pasé de la flauta dulce jamás y la verdad que tampoco la tocaba bien. Entonces me preguntan: ¿Y donde aprendiste? Una respuesta sencilla, directa y que pone al descubierto la ignorancia de la gente es: Tuve Música como asignatura en la escuela primaria. Por el hecho de que forma parte de la currícula de la educación pública en Argentina, todos debería conocer un pentagrama y saber leerlo. Por mi parte yo cumplí con mi responsabilidad de aprender y recordarlo por muchos años. Hasta que paulatinamente lo olvidé y sin remordimientos, ya que mi vida no depende de los pentagramas.

Tengamos en cuenta esta pequeña anécdota, fuera de lo común para muchos, y nos detengamos a pensar en la tela que tenemos para cortar. Podríamos condenar la falta de compromiso de los niños y adolescentes en su proceso de aprendizaje, las políticas educativas o los métodos de enseñanza, pero no es el objetivo el irnos por las ramas en temas complejos y extensos. En realidad a lo que hoy apunto es la diferencia entre tener un conocimiento y hacer uso del mismo.

Una persona es capaz y sabia, no por la cantidad de datos en su mente, más bien por el uso que les da a la hora de actuar, hablar y pensar. El problema que nos rodea es la falta de eficiencia en el uso de nuestros cerebros en la toma de decisiones. Y es porque tenemos la costumbre de dejar que el sistema piense por nosotros y cuando nos encontramos en apuros y los libros se nos queman apuntamos a la frase: "que tu corazón te guíe". ¿A que nos referimos con esta ultima frase? A permitir que los deseos mas primitivos e irracionales nos guíen en nuestra vida, en el sendero de los tropiezos. 

Las consecuencias suelen ser desastrosas y muchas veces irreversibles. Por seguir los dictados del corazón, o mejor dicho nuestros caprichos mas egoístas, caemos en depresión, al ver el desorden que causamos en nuestra vida y la ajena, en un segundo de lucidez. En ese momento de reflexión descubrimos que la decisión fue errónea y que no nos hubiera costado nada detenernos dos minutos a proyectar las consecuencias. Entonces tenemos dos opciones, respirar profundo, tomar el toro por las astas y solucionar lo que estamos a tiempo de arreglar o la retro-alimentación del caos. Es una redundancia exponer lo que la mayoría de la gente hace en ese segundo de lucidez. Ahí la razón de porqué el mundo está como está. 

Consejo: haga uso de su conocimiento y capacidad de imaginar. Tome las decisiones que le competen a usted, hágase responsable de los resultados sean los proyectados o no, disfrute los aciertos. Eso es lo que hace la gente de éxito, se arriesga a la aventura de tomar decisiones maduras y pensadas.

No se quede a medio camino. Aprenda a leer pentagramas y ponerle alma a su interpretación musical. Use su conocimiento para triunfar.       





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