Cuando seas mio

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Harry observaba sin una pizca de vergüenza a Félix, llenado a la conclusión de que eran prácticamente gemelos, a diferencia de unos rasgos, por ejemplo el tono negro que poseía el segundo nombrado.

Louis buscó una pareja completamente idéntica a él.

Había pasado ya mes y medio desde su pequeño reencuentro sexual, obviamente no fue el único, cada vez que tenía la oportunidad de ver a Louis le insinuaba hacer el amor y terminaban sin aliento ambos. Sabia perfectamente que aún se amaban.

Cuando Félix llegó buscando hablar de un tema muy delicado se imaginó que estaría haciendo un alboroto por yacer con su pareja pero al contrario, estaba muy sereno.

-¿En que puedo ayudarte?

-Sé perfectamente lo que ocurre entre Louis y tú,  ambos siguen viéndose en otros términos alejados del tema de Alice.

-¿Él te lo dijo?

-La primera vez si pero no soy tan tonto como para no notarlo.

El ojiverde se acomodó en su asiento y pidió con un gesto al sujeto frente él que continúe hablando.

-Primero fueron las excusas para no tener sexo conmigo,  después su falta de atención y su distancia, para terminar por seguirlos a su antiguo departamento felizmente abrazados. Creí que era por miedo o vergüenza al traicionar nuestra relación cuando se acostó contigo la primera vez pero cuando lo vi sonreír de esa manera contigo... Supe el lugar que ocupaba en su vida, sólo soy un tercero en esta relación.  Lo dejo, Harry,  lo dejo completamente.

-No logro entender.

-No pienso forzarlo a permanecer a mi lado y que ambos terminemos lastimados... lo dejo en libertad.

-Entonces no amas como dices a Louis.

-Porque lo amo debo dejarlo ser feliz, aunque no sea yo su felicidad.

-Félix.- pronunció Louis incrédulo.

Harry le había llamado alegremente para decirle que su ex amante estuvo en su oficina y le informo que daba por terminada su relación.

-¿Puedo pasar? Quiero algunas cosas que deje aquí.- sonríe.

El castaño se hace de lado para dejarlo pasar, le sorprende verlo tan bien,  como si jamás hubieran sido amantes.

Sentía un dolor en el pecho y las náuseas mas grandes, era una porquería de persona por utilizar tan vilmente al una persona tan buena como el pelinegro.

-Lou ¿Puedo subir a tu habitación por mis cosas?

-No tienes que pedir permiso.

Félix asiente.

Sabia que estaba loco por traicionar tan bonita relación, por romper una confianza que jamás nadie le dio pero cuando estaba con Harry sus emociones volaban al tope, cada toque era una bomba para él y las palabras cariñosas fluían como el río,  o de verdad era una mierda de persona.

Veía con melancolía como el rizado guardaba las cosas en una pequeña maleta y cada vez la habitación quedaba vacía.

-Debo atender esta llamada, con permiso. -

Félix pasó de su lado, buscando un lugar para tomar su llamada. Tristemente se quedó parado en el marco de la puerta, recordando como hace tres meses el rizado ponía en altavoz sus llamadas para que ambos escucharan sobre el tema y ahora, eran como dos extraños que acaban de conocerse.

-¿Te irás?

-¿Escuchaste?- el pelinegro continuo empacando.

-Sigues hablando muy fuerte.- rié amargamente, esperando la respuesta.