I: Sorpresa

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Jeak había terminado su entrenamiento en la tierra de Eritma, y finalmente podía salir y divertirse un poco en Kanat'ma, antes de entrar a su segundo servicio como oficial en Iosopal.

Sabía que el clima y las condiciones del lugar eran muy hostiles, pero estaba preparado para hacerlo. Le encantaban los desafíos.

Tenía muy buenas referencias de sus superiores, y no sólo había cumplido servicio en Eritma, sino también medio año en las tierras heladas, incluso ya trabajaba como oficial.

Pero eso ya era pasado, el joven rubio sólo quería distraerse un rato, encontrar a una bonita muchacha que lo hiciera pasar un buen momento, y luego visitar a su familia.

Y todo parecía marchar bien, tal como lo había planeado, sino fuera porque al estar en la puerta de la casa de su madre, le llegó un mensaje de un número desconocido.

Jeak lo miró confundido, y abrió el mensaje, quedando pasmado en medio de la calle.

—¡Córrete de la calle, infeliz! —exclamó un chico en moto, trayéndolo a la realidad.

—L-Lo lamento —se disculpó subiendo a la vereda, antes de volver a ver la foto.

"Jeak, espero realmente éste sea tu número. Llevo más de un año queriendo comunicarme contigo, y nadie me quería dar información de ti. Sé que éste no es el modo de darte la noticia, pero tuve un hijo tuyo, su nombre es Zhanda, tiene ocho meses."

"Lo siento, olvidé ponerte quien soy, qué tonta. Soy Erit, la prostituta que conociste en Eritma."

—No me jodas, no puede ser, no puede... Ser verdad —pronunció aturdido, viendo la foto de ese lindo bebé rubio dormir.

¿Un hijo? ¡¿Había tenido un hijo con una prostituta?! ¡Pero si ellas estaban operadas!

***

—En algún lugar de Eritma

—Ow, mira a este sol, es precioso —sonrió una mujer haciéndolo jugar con un sonajero, y que el bebé sonriera—. Es un niño perfecto.

—Y el primer macho de nuestra familia —sonrió una jovencita de quince años.

—Es una preciosura, Erit si que fue bendecida por la diosa —pronunció con ternura otra muchacha.

En total, en aquella casa vivían quince mujeres, que iban en edades desde los dos años, a los sesenta. Y claro, el pequeño Zhanda de ocho meses. El primer varón en décadas.

—Tu mamá pronto vendrá, pequeñito —sonrió la mujer mayor del hogar—. Y tú debes permanecer tranquilo hasta entonces.

—¿Tranquilo este demonio succionador? Imposible. Mis pechos no conocen esa palabra desde que nació.

—¡Mamá! —exclamó con una sonrisa hermosa el bebé, al ver a su progenitora.

—Hola mi ternero lechero, glotón —sonrió tomándolo en brazos, llenándolo de besos—. ¿Por qué siento que eres el amor de mi vida, eh? Se supone que nosotras no amamos a ningún hombre, y tú me nublas la razón con esos ojitos tuyos.

El pequeño la miró, y luego sonrió llevándose una manito a la boca, acostando su cabeza sobre el pecho de ella.

—Es precioso, tan tierno tu niño.

—Sí, no lo voy a negar, pero me siento una vaca cuando estamos juntos. Sólo quiere tomar leche —pronunció tomando una fruta de las bolsas con compras que había traído.

—¿Pudiste contactarte con el padre?

—Sí, y no respondió a mi mensaje —pronunció con fastidio, cortando un trocito de fruta para darle al bebé, y luego comer ella—. Ya se veía que era un imbecil cuando lo conocí.

—¿Pero estás segura que es de él, Erit?

—Sí, mamá Tisai, es de él. Estuvimos juntos esa noche, luego yo me lastimé el brazo, y no pude trabajar por una semana. Y cuando volví, ahí estaba de nuevo. Estuvimos juntos por segunda vez, y no quiso usar condón en el segundo polvo. En realidad, estábamos tan sumidos en el libido, que no pudimos esperar. Fue con el único que no me cuidé. Y además, si ven al idiota, y a mi hijo, no tendrán dudas. Es rubio como él, el mismo color azul de ojos. Y nuestros clientes generalmente son de la tribu del norte, o sea, mulatos.

—¿Y qué esperas de él? —le preguntó curiosa una de las jovencitas.

—Pues que me ayude económicamente ahora con el bebé. Sé que él trabaja como oficial, y al haber tenido un hijo, ya no puedo trabajar como acompañante. Tendrá que hacerse cargo de su calentura, quiera o no. Porque realmente, no me importa demandarlo.

—¿En serio harías eso?

Erit miró a su hermana, y luego asintió con la cabeza.

—Por supuesto, mira lo que es esta pequeña bestia —sonrió tomando a su hijo por debajo de los brazos—. Dos meses más y pesará más que yo.

Cuando lo acercó a su pecho, el bebé volvió a abrazarse a ella, como un pequeño koala a su madre.

Y es que Erit, como la mayoría de las mujeres de Eritma, era pequeña en comparación a las hembras de Kanat'ma. Las más altas medían alrededor del metro sesenta y cinco, y ella tenía diez centímetros menos.

Y Jeak pasaba el metro ochenta y cinco, era obvio que su hijo sería grande como él.

—¿Y si ese macho demanda a la casa? Se suponía que tú no podías tener hijos.

—Mamá Tisai, cuando él cruzo la puerta de mi habitación por primera vez, le dije que conmigo debía usar condón sí o sí. Ya si él decidió no hacerlo, es su problema, él quiso arriesgarse. Tendrá que hacerse cargo del bebé quiera o no.

...

¡Hacía mucho no teníamos una protagonista femenina! Y desde las tierras del placer 🔥♥️

(Sí, Jeak le dijo a Batiet "La mayoría estaban operadas" jajaja 🤣♥️)

(Sí no has leído los anteriores libros, no te recomiendo que sigas este, ya que te encontrarás con muchos spoilers)

EritmaWhere stories live. Discover now