XIII

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—¿Te sientes un poco mejor?

—Sí, algo así.

—Bueno, creo que deberías volver a tu casa entonces, darte un baño, ponerte ropa cómoda, e intentar dormir. Sé que tú hogar es el lugar que menos debes querer ver ahora, pero si no tienes otro sitio donde ir, no te quedará más que enfrentarlo.

—S-Sí, ya es tarde —murmuró.

—Así es.

Jeak la miró, y luego bajó la cabeza.

—Tú también lo sospechabas ¿Verdad?

—Y Jeak, no era muy difícil de deducir. Ambos tiene orejas puntiagudas, y la bebé redondeadas. Ustedes son de tez blanca, y la niña morocha. Es como que era muy obvio, a menos que ambos tuvieran alguno de sus padres con dichas características, entonces si sería más creíble que ella saliera a sus abuelos.

***

Semanas después—

—Un batido de fresas, por favor —sonrió, sentándose en el taburete.

Aquel día no debía trabajar, ya había hecho las compras, limpiado su casa, y ahora solo le quedaba esperar que Zhanda saliera de clases.

—Muchas gracias —sonrió, pagando, antes de tomar ese enorme vaso de batido de fresa.

¡Cómo lo amaba en ese momento!

Se giró para mirar el resto de la ciudad, y sonrió al sentir como el deseo por aquella bebida iba disminuyendo, a medida que lo tomaba.

Tal vez su nuevo bebé, saldría como Zhanda. Si era así, ya se estaba preparando para un abrojo dos. Los que no estarían preparados serían sus pechos, que ya se encontraban hinchados.

Vio a unos oficiales pasar por la vereda, cumpliendo con su trabajo, y luego como uno de ellos se acercaba a ella.

—Buenos días, señorita.

—Buen día, oficial.

—¿Le puedo hacer una pregunta sin sonar descortés?

—Claro —sonrió.

—¿Eres de Eritma? ¿Naciste allí?

—Ya no soy prostituta —le dijo volviendo a tomar el vaso.

—No, no, no me mal interprete, no se lo preguntaba por ese motivo.

—¿Entonces?

—Se que sus mujeres preparan pociones, brebajes, y estaría necesitando algo así —pronunció bajo.

—¿Cómo qué?

—¿Vino de Eritma? Todos conocemos sus efectos, y mi mujer y yo estamos teniendo un poco de problemas para encontrarnos. Lo hemos intentando, pero es como que la chispa... Ya no está.

—Mm, entiendo —le dijo pensativa—. Si me das un número de teléfono, tal vez podría comunicarme luego contigo, y ver cómo podría ayudarte.

—Gracias ¿Tienes donde anotar? —sonrió.

La castaña sacó una libreta y un bolígrafo rosa de su cartera, dándosela al oficial, quién le anotó un número en una de sus hojas.

—Estaré esperando su respuesta, gracias.

—No hay de qué —sonrió.

Esperó a que los oficiales se fueran, y borró la sonrisa, guardando la libreta en su cartera. No confiaba en los oficiales, y menos que le hicieran aquel pedido.

Muchos solían considerar que los productos de Eritma eran a base de drogas, y eso estaba prohibido en Kanat'ma, no como en sus tierras.

Volvió a tomar su vaso de batido, continuando bebiendo, y vio a Jeak entrar al local. Frunció el ceño al ver qué se acercaba, y se limpió los labios.

—Hola, no volví a agradecerte tu pomada. Mira, ya ni la cicatriz se ve —sonrió el rubio.

—No tenías que hacerlo, está bien —le dijo desinteresada.

Él la observó, e incluso con ese vestido de "señora", ella se veía tan atractiva. Tal vez era ese escote que hacía lucir sus hermosos y redondeados senos, o que fuera tan ceñido, marcado su curvilínea figura, su pequeña cintura.

Erit lo miró, y tomó un poco de su batido, ya casi acabándolo.

—Estoy embarazada.

—¿Q-Qué?

—Sí, estoy embarazada —sonrió—. Estoy esperando un bebé.

—¿Y quién es el padre?

—Tranquilo que tú no lo eres —rio antes de terminar su batido.

—¿Pero tiene padre?

—No, no tiene, me realicé una inseminación artificial. Sentí que era momento de tener un nuevo bebé, pero no quería lidiar con los problemas legales de un padre, así que, me pareció la mejor opción ésta.

—¿Y cómo harás para cuidarlo? ¿Y el trabajo?

—Puedo seguir trabajando, soy profesora, y si ya cuidé de Zhanda sola, pueda cuidar de este nuevo bebé también —sonrió.

—¿Pero de cuánto estás? Ni panza tienes.

—¿Cómo qué no? Mira —le dijo apretando la tela del vestido en su vientre, haciendo notoria su pequeña pancita—. ¿Lo ves? Ahí está mi bebé —sonrió.

...

EritmaWhere stories live. Discover now