XVIII

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"Ven a casa, cenamos a las nueve. Si quieres traer algo, que tenga chocolate, a Zhanda le encanta."

Había comprado un pastel de chocolate y crema, con fresas. No sabía si eso le gustaría al niño, o a Erit, pero para él sonaba como un buen postre.

Llegó hasta la casa, miró la puerta, y se quedó en el mismo lugar. Sabía que el niño lo conocía ya, sólo que no podía imaginar su reacción al verlo.

Respiró profundo, y golpeó la puerta. Unos segundos después, Erit fue quien la abrió, sonriendo al verlo.

—Hola, pasa.

—Gracias por invitarme.

—No es bueno estar solo siempre —sonrió—. Ven, la mesa ya está puesta.

—Sí, traje pastel de chocolate, crema y fresas.

—¡Nos encanta! Especialmente a Zhanda y el bebé —rio.

Llegaron hasta la cocina, y fue casi imposible para Zhanda ocultar el asombro de ver a su padre allí.

—Hola.

—Hola —murmuró el niño, antes de mirar a su mamá, buscando una explicación.

—Jeak está pasando por un mal momento, y es por eso que lo invité a cenar con nosotros.

—Está bien.

—Toma asiento —sonrió la castaña.

Jeak miró al niño, y Zhanda desvió la mirada, hacia su madre. No se sentía para nada cómodo con aquello. Mínimo, hubiera esperando que Erit le avisara antes.

—Zhanda ya no va más a la escuela, está estudiando por su cuenta, y tiene un profesor que lo guía en sus estudios y además le toma los exámenes para evaluar sus conocimientos —le contó Erit, sirviendo la cena.

—Wou, eres muy inteligente, Zhanda. A tu edad, sólo sabía escribir mi nombre —sonrió divertido.

—Mi mamá me educó desde pequeño —le contó sin mirarlo.

—Tú mamá es una mujer muy inteligente, gracias a Kanat'ma heredaste eso de su lado, y no del mío.

—Sí, hubiera sido mucho para ella no sólo parecerme físicamente a ti, sino metal y emocionalmente también.

—Yo no tuve padres que me educaran como Erit te pudo educar a ti, o que tuvieran el tiempo para hacerlo. Mi papá se fue cuando yo tenía dos años, y para ese entonces, mi madre se quedó sola con cuatro niños. Mi hermano mayor tenía cuatro, la segunda tres, yo de dos, y mi hermano menor uno. Desde el primer bebé, ella quedó embarazada todos los años para el kok'ta.

—¿Por qué tantos niños?

—Mi madre estaba muy enamorada de mi papá, y pues... No razonaba mucho que digamos —sonrió levemente—. Cuando se enteró que en la tribu de hembras habían nacido siete bebés de él, lo dejó.

—¿Siete más? ¿Y cuántos hermanos tienes? —le preguntó desconcertado el niño.

Erit los miró a ambos hablar, y sonrió suavemente. Sí, no era un tema muy bonito el que estaban tratando, pero al menos estaban hablando, y Zhanda se veía interesado, ya más relajado.

***

—¿Cómo te sientes? —le inquirió la castaña.

—Pues... Bien, no lo sé, es extraño —sonrió.

Estaban los dos sentados en la sala, él tomando un café con una porción de pastel, y ella con un batido.

—¿Él te dijo algo antes de irse a dormir?

—No, Zhanda es muy reservado con sus sentimientos, pero creo que le gustó hablar contigo. Su mirada siempre lo delata, y lo vi alegre.

—No tengo recuerdos de mi padre cuando era niño. Él siempre estaba fuera de mi casa, era mi mamá quien debía cuidarnos y atendernos. Y mi mamá era muy joven, sabes... Fue una mujer muy fuerte y valiente, yo en su lugar, creo que hubiera huído, dejándonos a la suerte.

—Sí, no me sorprende —murmuró Erit.

—Tuve una figura tan mala paterna, que no quería ser padre, porque sabía que sería tan malo como él. Y cuando tú te apareciste aquí con el niño, te culpé por todo, no quise aceptar que también había sido mi culpa, que yo era quien había hecho las cosas mal... Qué me había convertido en mi padre, dejando hijos por ahí. Cuando Meris me dijo que estaba embarazada... En lo único que pensaba era en mi próxima misión, para no estar en casa, porque me estaba costando mucho aceptar mi paternidad. Y si lo pienso, sé que merezco lo que me pasó, no merecía tener hijos.

—Tal vez no lo merecías, pero fue necesario para que abrieras los ojos y vieras lo mal encaminado que estabas.

—Mi amigo una vez me dijo que sacara un turno en la clínica y me sacara los huevos, porque no merecía ser padre, luego de contarle que no quería hacerme cargo de Zhanda. Y quién lo diría, su pedido se hizo realidad...

...

EritmaWhere stories live. Discover now