Capítulo 6: "Una decisión"

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La llave se encuentra en mi mano, pero me siento tan muerta por dentro que ni siquiera me complace haberla conseguido. Tengo sangre de personas en mis manos, y las últimas palabras de una de ellas fue: «tengo que volver». Ella, al igual que yo, pertenecía a otro refugio. Pensar en sus cargos, en su importancia, me hace desmerecer más este infame logro.

Me dirijo a la puerta e inserto la llave en la cerradura; dos giros bastan para que abra.

¡Bienvenida a la tercera prueba! —exclama V antes de que ponga un pie siquiera en la otra sala—. Esta es una de mis pruebas favoritas. Adelante, vamos, pasa.

Me guardo la llave y obedezco, no sin antes darles un último vistazo a los cuerpos tendidos que maté. La imagen del que habló pidiendo clemencia choca con mis pensamientos y agita mi respiración.

Ánimos, chica, queda muy poco para que salgas de aquí. —Vaya forma de exhortarme—. Para que te olvides de los muertitos de allá atrás, te he puesto un incentivo. ¿Recuerdas al pelirrojo grandulón? ¡Pues está aquí!

Gael.

Avanzo en su búsqueda. Este sitio es enorme, me recuerda a un laberinto. Mientras más me introduzco en él, más me desoriento. Miro hacia el techo, las paredes, los objetos a mi alrededor. Todo es confuso. O es que estoy perdiendo la cordura poco a poco.

No sé.

Estos pasillos me están trastornando.

Siento un manotazo y volteo. A un costado del pasillo hay una especie de celda llena de merodeadores.

Era obvio que no la tendría fácil.

Vamos, vamos, sigue avanzando —canturrea V.

Obedezco. No tengo nada que hacer observando a un grupo de merodeadores que, de enfrentarlos, me devorarían viva.

Ya en lo profundo de la habitación me encuentro con otras tres celdas llenas de merodeadores furiosos. Puedo prever lo que trata V: el jodido seguramente cuando me tenga en el centro de esta sala de mierda va a liberarlos.

Para que no me pille desprevenida, busco entre las cosas algún objeto que pueda serme de ayuda, pero todo lo que consigo es un bate viejo y lleno de sangre. V se echa a reír una vez me ve armada.

¡Qué linda! Ya te estás haciendo una idea de lo que viene.

Un carajo que sí.

Sigo el camino y doblo una esquina. Los pasillos acaban y dejan el espacio de una pequeña sala. En el centro, encerrado dentro de una especie de cubo de vidrio, veo que Gael está hecho un ovillo. A su alrededor todo está lleno de conductos y tubos que salen de la sala y los cuales vi en los pasillos sin darles mucha importancia.

—¡Gael! —grito con fuerza, corriendo hacia el cubo para golearlo con fuerza.

Él despierta desorientado y coloca sus manos en el vidrio, para apoyarse y así ver quién soy.

—¿Eva? ¿Eva, eres tú?

—¡Gael, soy yo! —chillo con aún más fuerza. No puedo creer que esté vivo.

—Sácame de aquí, Eva —pide con angustia.

Retrocedo para juntar fuerzas y golpear el vidrio con el bate, sin resultados.

No, querida, así no podrás sacarlo. Como verás, es un vidrio muuuuy resistente.

No hago caso e intento romperlo otra vez. El bate se triza por la mitad.

P. AWhere stories live. Discover now