Vigila donde pisas, descubrimientos en la Cala del Aceite

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Ese mismo día, más temprano

Sebas se levantó con unas agujetas terribles tras haber estado nadando toda la tarde anterior tratando de mejorar la velocidad de Squirtle y sus capacidades en el agua. Al vivir sólo, se tenía que preocupar de hacerse él mismo todas sus cosas, desde la cama (aunque casi nunca la hiciera) hasta la comida. Así que se duchó, se vistió y se hizo un bocadillo de tortilla de patata con la ayuda del fuego de su velita de tipo fuego/fantasma, Litwick.

Sebas vivía en una casa de dos plantas que su padre le había comprado en lo alto del acantilado de su playa favorita, el Roqueo. Los padres de Sebas eran gente de mar, tenían su propio barco e iban a pescar a las mejores especies para luego comerciar con ellas; además, abrieron un restaurante bastante bueno (y caro), por lo que tenían bastante dinero.

Desde pequeño, llevaban a Sebas siempre que podían en barco para que viera más a fondo el mar junto al que vivía, y desde luego, conectó de una forma especial con él. No podía estar lejos del mar, era casi una parte de él. Soñaba con ser su rey, con su propio tridente y gobernarlo junto a todos los pokémon de agua a su lado. Debido a esto, desde pequeño le pidió a sus padres que le regalasen un tridente digno de un rey, pero estos siempre se lo negaron, pues bromeaban diciendo que aun no era digno de él.

Por otro lado, también le encantaba cocinar, era un arte para él, y parecía haberlo heredado de sus padres, los cuales eran muy buenos en ello. Al ver ese desempeño en su hijo, le regalaron a su Litwick para que le ayudase con su afición.

Hacía una mañana preciosa y se estaba planteando ir de nuevo a la playa. Su padre le había contado que había un sitio conocido como la Cala del Aceite, de la cual solo había oído hablar sobre  que estaba llena de pokémon, no solo de tipo agua y que le podrían venir muy bien. 

A pesar de no tener un pokémon que tuviera ventaja sobre el tipo agua para poder hacerle frente a la líder de gimnasio de Cádiz no estaba nada preocupado, puesto que en el agua se consideraba el mejor.

De todas formas, si iba a un lugar peligroso no le gustaba la idea de ir sin ayuda, por lo que pensó en llamar a alguno de sus compañeros. Por nada del mundo iba a llamar a Yago, puesto que deseaba que ambos no se encontrasen hasta que estuvieran listos para ello. Además que tenía sus propias razones para no ir con él (o con Dani), porque se le haría demasiado pesado.

Por otro lado pensó en Abraham, pero seguramente interrumpiría su sesión personal de LOL. En cambio, la idea de llamar a Jesús le pareció acertada, puesto que sus pokémon eran Buizel y Snivy, que a la hora de enfrentarse a pokémon de tipo agua o tierra venían muy bien de apoyo. 

De modo que se decidió por él, ya que estaba seguro de que no tenía que ver el partido del Betis hasta dentro de tres días, y no tendría nada más importante que hacer ese día a excepción de alguna partida de póker.

Cogió el teléfono y llamó a Jesús para convencerle de su plan.

-Hola tío- saludó Sebas.

-¿Qué pasa?- le dijo Jesús jovialmente devolviéndole el saludo.

-Pues verás, mi padre me ha hablado de un sitio cerca del puerto llamado la Cala del Aceite, en la que hay muchísimos pokémon no solo de tipo agua. Digo, si aparte de tus dos primeros pokémon, Buizel y Snivy, no has atrapado ninguno, igual estarías dispuesto a venir conmigo a atrapar alguno. Además, puede que sea peligroso, ya que, si no he oído hablar antes de este sitio, cuando ya sabes que soy de los que se miran todas las playas que pueda, debe ser porque nadie se atreve ir allí - informó Sebas.

-La idea de ir a capturar pokémon fuertes me gusta... porque siendo sincero no he atrapado ninguno más - reconoció con una risita inocente -. Aunque si es tan peligroso tendremos que tomar precauciones y mirar cuidadosamente por donde vamos. Si es una playa así, apuesto a que hay arenas movedizas cual desierto - se figuró razonadamente.

Pokémon Hispania Parte UnoWhere stories live. Discover now