Entrenamiento sobre las olas del Roqueo

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25 de septiembre de 2016

Quedaban 5 días para ir a desafiar a la líder del gimnasio. A pesar de haberse preparado a conciencia, Sebastián no sabía cómo hacer frente a la líder del gimnasio de Cádiz. Contaba actualmente con tres pokémon; Litwick, su velita encantada de tipo fuego/fantasma; Sandile, su pequeño cocodrilo de tipo tierra/siniestro; y Squirtle, su tortuguita celeste de tipo agua. 

A sabiendas de que el gimnasio era de tipo agua, no se había hecho con ningún pokémon con ventaja sobre estos, los cuales serían de tipo eléctrico y planta. Contaba con que Squirtle se volvería suficientemente fuerte como para solucionarlo, pero le surgieron las dudas. 

Si bien era muy confiado y seguro de sí mismo, esto se debía a que siempre tenía razones para serlo, porque contaba con que si las cosas se ponían difíciles, sería lo suficientemente inteligente como para salir airoso de la situación; y casi siempre lo conseguía de manera sobresaliente. 

Pero aquella situación la sentía de forma muy diferente a cualquier otra que hubiera vivido en su vida. Era el primer desafío que debía superar para considerar que había empezado su viaje con buen pie, y dado que consideraba el primer paso como el más importante, quería darlo de la mejor forma posible. El problema era, que no sabía cómo comprobar si estaba preparado. 

Más entrenamiento era una buena forma de progresar, pero surgía un problema: al no poder comparar su progreso con ninguna referencia, no sabía si el entrenamiento que estaba siguiendo era el óptimo para su equipo. 

La mejor manera de medir su  poder y destreza era un combate con todas las de la ley, pero entonces surgía un segundo problema: "¿Con quién debía combatir?" Si bien su mayor deseo era combatir con Yago para demostrarle los progresos que había logrado con sus métodos tan distintos a los suyos, no sabía si sería un buen momento para su primer enfrentamiento (además que sería más bien un combate de prueba que el oficial que tanto esperaban). 

Volvió a pensar en Jesús, pero no quería molestarle de nuevo. Además que era domingo, y tenía un poco de tiempo para estar con sus padres sin contratiempos.

Abraham le había comentado que ese día iba a descansar por la tarde, porque su inicial había mejorado tanto que no le hacía falta entrenar mucho más para el combate de gimnasio. Esto hizo cuestionarse a Sebas si su otro gran amigo había logrado encontrar un método de entrenamiento mucho más efectivo para su equipo que el suyo. Dada su pereza parecía algo sorprendente por su parte (aunque no era de extrañarse teniendo en cuenta su inteligencia). 

Paula le parecía la opción más obvia, por ser similar a su primo Yago en algunos aspectos, pero a la vez muy distinta en otros. Sin embargo, recordó entonces lo que sintió el otro día cuando coincidieron en la Cala del Aceite y se ayudaron mutuamente. Al principio no estaba seguro de por qué había surgido tan repentinamente en él aquel sentimiento de afecto y atracción hacia ella, y luego creyó entenderlo pero le daba vergüenza reconocerlo.

<<No, no puede ser. ¿Por qué ella, y por qué ahora? No puede ser solo porque sea guapa, porque siempre me lo ha parecido; aunque ha crecido bastante y puede que me lo parezca en otro sentido>> se estuvo cuestionando, sonrojado, reconociendo que quizá le gustaba más ahora porque la veía con unos ojos más maduros que en su infancia. Pero no se quiso quedar ahí, pues necesitaba descubrir por qué le gustaba, aparte de forma superficial; ya que sentía en su interior que no era solo eso y que se debía a algo mucho más profundo. 

<<¿Será porque me ayudó y me demostró lo maravillosa que puede ser? Quizá sí; jamás la había visto a ella, ni a nadie, tratar de aquella forma tan cálida y cercana a alguien para que no se sintiera tan mal consigo mismo (ni siquiera a mi madre cuando casi suspendo en primero de la ESO por confiarme demasiado), aunque solo fuera un pokémon feo. La verdad es que me enternece el solo imaginarla a ella hablándome así si tuviera un mal momento. Siendo sincero conmigo mismo, es lo que más me gustaría tener a mi lado en mi vida... pero soy consciente del problema. Si la quiero, ¿soy capaz de demostrárselo? No se me dan muy bien las muestras de afecto. Y la cosa se pone peor aún; si ella fuera así de buena conmigo...¿cómo se lo voy a agradecer o compensar? No basta con dar las gracias, además que no soy nada empático con casi nadie. Ya me demostró Yago que ser tan pasota no es bueno; sino lo hubiera sido, quizá seguiríamos siendo tan amigos como antes, y no solo rivales. No quiero acabar así con Paula, como una experiencia de la que me suelo arrepentir por las noches si lo hubiera hecho mejor. Debo hacerlo mejor esta vez, quizá después de un combate sea capaz de sincerarme. Sí, es cierto que después de una experiencia intensa como esa, las personas son capaces de abrirse con mayor facilidad al resto. Igual fue eso lo que me pasó el otro día en la playa, que después del subidón que tuve atrapando a Sandile, verla a ella de aquella forma me pareció todavía mejor. Perfecto pues, la llamo y hablo con ella; espero que acepte...>> se decidió dudoso por fin.

Pokémon Hispania Parte UnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora